El próximo 25-M se celebrarán las elecciones para el Parlamento europeo. Aunque la clase política pretenda convencernos de ser muy importantes, entiendo que son un puro trámite sobre todo para los dos grandes partidos políticos. Si realmente lo fueran llevarían en sus listas a los mejores candidatos para defender nuestros intereses en la UE. Pero no es así, los criterios para su designación son el pago por los servicios prestados (un retiro dorado), igual que en el Senado. Veámoslo. En las listas del PP van entre los primeros: Arias Cañete, González Pons, Luis de Grandes, Pilar del Castillo, Ramón Luis Valcárcel- En el PSOE: Elena Valenciano, Ramón Jáuregui, Juan Fernando López Aguilar, y en puesto n° 10 José Blanco- Arias Cañete y Elena Valenciano evidentemente son grandes líderes para seducir e ilusionar a los futuros votantes. No sé si conforme trascurra la campaña intensificarán el calado político de sus programas, de momento son de una pobreza absoluta. Son elecciones para cubrir el expediente y eso lo saben el PP y el PSOE, ya que la agenda de la política europea está ya marcada a sangre y fuego: la consabida consolidación fiscal. Podemos entender lo que ocurre. El Corporate Europe Observatory, un grupo de estudios de Bruselas, en un informe reciente El poder de fuego del lobby financiero, ha puesto encima de la mesa que el mundo de las finanzas tiene en Bruselas acampados 7.000 lobistas, que gastan 120 millones de euros anuales para entrar en contacto con aquellos que deciden sobre políticas financieras. El dato es apabullante.

Sabemos que populares y socialdemócratas --estos deberían presentarse con otras siglas, hacerlo todavía con las de la socialdemocracia es un insulto a esta ideología política, que tantos avances han proporcionado a la sociedad europea-- votan lo mismo en el 70% de las ocasiones en la Eurocámara. Por ello sus programas son muy semejantes, salvo cuestiones de matices. Su gran preocupación es que entre en quiebra el bipartidismo, aunque el tratamiento informativo de TVE trata de evitarlo.

El manifiesto de los populares insiste en seguir a rajatabla con la austeridad para retornar al crecimiento económico con las milagrosas reformas estructurales, para llegar a la Tierra Prometida del empleo. El programa socialdemócrata está lleno de palabras huecas, eso sí, parece centrarse más en el crecimiento económico y en elevar el gasto con unos miles de millones de euros para combatir el paro juvenil, pero la consolidación fiscal es intocable. No deberían pasarnos desapercibidos dos hechos. Si los socialistas ganan las elecciones al frente de la Comisión Europea irá Martín Schultz, miembro del SPD alemán, que gobierna sin excesivos problemas de conciencia en coalición en Alemania con Ángela Merkel del CDU. El socialista francés François Hollande, que ingenuos creímos iba a suponer un cambio en las políticas de la UE, ha tenido que claudicar a través de su primer ministro Manuel Valls con programa de recortes sociales de 50.000 millones, siguiendo el dictak de las instituciones europeas. Por este lado el futuro es desolador con unas políticas que están provocando tanto sufrimiento a tantos europeos. Estamos hablando de europeos: que comen lo que encuentran en los cubos de basura, que duermen en las calles; de pensionistas que para comer no compran medicamentos y que no tienen electricidad; de niños que pasan hambre; de millones de jóvenes sin futuro.

Hay otras fuerzas políticas en la UE como los liberales que defienden un reforzamiento del mercado único, los verdes prometen estímulos con políticas energéticas y de infraestructuras, la Izquierda Unitaria es el único que ha hablado de acabar con las políticas suicidas de austeridad. En un libro titulado El Sur tiene la palabra. El futuro de una Europa en crisis, cuyos autores son Srécko Horvat y Slavoj Zizev, también participa el griego Alexis Tsipras en el prólogo y en una entrevista muy interesante titulada "Europa será democrática y social, o dejará de existir", en la que dice "Nuestro objetivo es lograr un nuevo tipo de acuerdo en el que el pago de la deuda esté vinculado al crecimiento de la economía, porque solo entonces esa deuda será sostenible. A Alemania a partir de 1953, pasados unos años después de la II Guerra Mundial, se le canceló el 60% de su deuda.

Por otro lado desde el inicio de la crisis la desafección hacia la UE ha crecido espectacularmente. Los euroescépticos y eurófobos, y hasta filonazis y xenófobos irán a más. En Francia el Frente Nacional según las encuestas tendrá más votos que los socialistas. En el Reino Unido, el antieuropeo UKIP tendrá un 20% de votos. Y luego están grupos de extrema derecha como Aurora Dorada en Grecia, los Nuevos Finlandeses, Alternativa para Alemania, y en otros países, que a los dirigentes de la UE deberían servir de profunda preocupación. Les recomiendo el artículo de Srécko Horvat titulado "Ahora resulta que los nazis viven en la Luna?", en el que se inserta un fragmento de un discurso "Wir fordern" (Exigimos), de Joseph Goebbels, publicado en una revista Der Angriff, el 25 de julio de 1927. A mí me impresionó profundamente, ya que sus palabras hoy reflejarían perfectamente el albañal, en el que está metida Europa.

Profesor de Instituto