Hace unos días pudimos leer la noticia sobre las intenciones de Amazon de instalarse en tierras aragonesas. Sin duda alguna es una muy buena noticia. Los motivos se han explicado en los ríos de tinta que dicha noticia ha generado, puestos de trabajo cualificados, atracción de talento, inversiones millonarias, imagen para Aragón y un largo etcétera.

Más allá de que sea una buena noticia, me vienen muchas preguntas al respecto. Unas me surgen como aragonés que soy y como tal sé que Opel e Inditex se instalaron aquí, pero también sé que iba a haber un Las Vegas en los Monegros, y Rubiatrones. Otras me surgen al respecto de las cifras dadas en la noticia: se dice que se generarán hasta 1.500 puestos de trabajo directos, sin embargo también se dice que trabajarán un máximo de 100 personas en cada uno de los tres centros de la comunidad (me faltan 1.200 empleos). Asimismo, la cifra de inversión publicada es francamente alta: 2.500 millones de euros. En especial, si se compara con los empleos generados. Cada puesto de trabajo viene a salir por entre 1,6 y 8,3 millones de euros. Admitiendo la posibilidad de que los datos estén errados, pero también que sean ciertos, surge la reflexión más importante: la economía que viene va a ser intensiva en capital, como vemos por la dimensión de la inversión, va a requerir algo de trabajo cualificado y prácticamente nada de trabajo no cualificado. Sirva de ejemplo el objetivo declarado de Tesla de tener una fábrica de coches cien por cien autónoma, sin humanos. Asimismo, llama poderosamente la atención el consumo eléctrico de estos centros de datos, que se calcula superior al de la ciudad de Huesca.

La inteligencia artificial, la robotización, el blockchain, o los servicios en la nube son el futuro (¿presente?), pero conllevan importantes cambios sociales, la inmensa mayoría positivos, pero también negativos, como han visto los taxistas con Uber, el pequeño comercio con la compra por internet, o la locura del consumo eléctrico generado por las bitcoins. Estamos viviendo tiempos de cambios tecnológicos, probablemente los más veloces de la historia y es una gran noticia que Aragón no se quede atrás, pero debemos reflexionar más sobre el mundo que viene y qué hacer para que estos cambios no terminen por dejar a muchas personas tiradas.

*Profesor y economista