Una de las promesas electorales de Barack Obama hace seis años, la de una reforma migratoria, quedaba incumplida como tantas otras. No avanzó por la férrea oposición del Partido Republicano, pero también por fallos en la estrategia de la Casa Blanca. Ahora, cuando el Partido Demócrata carece de mayoría en el Congreso, el presidente quiere sacar adelante una reforma y lo hará, dadas las circunstancias, con el único instrumento que tiene en sus manos, que es el de utilizar el poder ejecutivo, es decir, la impondrá por decreto, pero será una reforma incompleta.

En EEUU son más de 11 millones los inmigrantes indocumentados susceptibles de ser deportados. Con la medida propuesta ahora, hasta cinco millones podrán regularizar su situación. Son los que llegaron como menores y los que tienen hijos nacidos en EEUU. El objetivo es no separar a las familias. Pero a nadie se le escapa que el inicio de la carrera para las elecciones presidenciales del 2016 también tiene que ver con esta reforma, porque el voto latino será fundamental para los demócratas.