Impulsar la reforma del estadio de La Romareda vuelve a ser una prioridad en las agendas políticas y eso es, sin duda, una buena noticia. Una buena noticia para el equipo, para los aficionados y para la ciudad, urbanística y económicamente. Porque, a pesar de la elevada inversión, se trata -no me cabe duda- de un proyecto rentable.

Ya en 2009, la Cámara de Comercio cuantificó el efecto del impacto económico que tendría el regreso del Real Zaragoza a Primera División: una nada desdeñable cifra que superaba ampliamente los 20 millones de euros. El efecto era de indudable envergadura desde el punto de vista económico pero no menos desde el punto de vista emocional.

La reforma de La Romareda supone una gran oportunidad para Zaragoza por diversos motivos; el primero, aunque no el principal, es el económico.

En este sentido tenemos un claro ejemplo con el nuevo San Mamés que se ha convertido en un icono en el paisaje bilbaíno. Este infraestructura ha generado ya un importante retorno de alrededor de dos veces y medio el valor de la inversión.

Pero volviendo a Zaragoza, no hay que dejar de lado el hecho de que una obra de estas características es un motor de creación de empleo, tanto durante el periodo de construcción como, posteriormente, el de su mantenimiento. Otro efecto positivo a tener en cuenta lo aporta el punto de vista tributario, aunque reconozco que este aspecto es más difícil de calibrar porque Aragón carece de sistema de concierto.

Por último, anoto también los ingresos que se derivan de la organización de eventos deportivos a nivel nacional o internacional, y de otro tipo de actuaciones imposibles de realizar en la situación actual del estadio de La Romareda.

Y es que un estadio con las adecuadas condiciones de diseño, confort, seguridad, accesos no solo está capacitado para albergar grandes citas futbolísticas, sino espectáculos, conciertos de estrellas internacionales y acciones de gran impacto en la ciudad, que contribuirán a devolverla a la primera fila del panorama cultural de nuestro país.

En esta línea, y a pesar de ser importante la rentabilidad de la inversión, el nuevo campo de fútbol es imprescindible para mejorar nuestra imagen de ciudad, para ofrecer una mejorada oferta de ocio y cultura, para poder acceder a las grandes competiciones internacionales y para reforzar nuestra propia estima como zaragocistas.

Por todo ello, considero evidente que la nueva Romareda es una gran oportunidad para todos, y el marco ideal para el regreso a Primera de nuestro Real Zaragoza. Desde luego es mi deseo, y creo que el de muchos.