Poco entusiasmo y escaso interés se advierte en eso de la posible reforma de nuestro estatuto de autonomía; la participación política está en crisis y razones no faltan. Recién llegados al Gobierno de Aragón en septiembre de 1987, propusimos a las Cortes de la Comunidad conforme anuncié en el debate de investidura, que iniciaran la reforma estatutaria todavía pendiente ahora y las Cortes contestaron pidiendo que se les enviara un borrador conteniendo los criterios del Gobierno que uno presidía entonces, sobre esa reforma. Pienso que ahora debería preguntarse lo mismo al actual Gobierno.

No pasó mucho tiempo sin que el Gobierno que presidí respondiera y lo hizo con un extenso informe en el que se empezaba por recordar que las asambleas de parlamentarios de Aragón debido a la mayoría que sumaban UCD y PSOE, admitieron inexplicablemente, que se diera preferencia a los estatutos del País Vasco y Cataluña y luego al de Galicia a los que se llamó aunque no por la Constitución, "comunidades históricas" sin que aquí apenas alguien protestara, salvo el PAR. No veo que los partidos "ahora reinantes", alcen voz alguna contra una iniquidad que tiene visos de perpetuarse con ese timo político de la asimetría que se pide desde otras regiones, con el propósito de incrementar las diferencias entre las comunidades de primera o sea las privilegiadas y las otras. Temo que esa especie de indiferencia o de interés fingido, siga prevaleciendo. Silencio.

Hace pocas semanas los partidos con presencia en las Cortes aragonesas han decidido constituir la comisión de reforma del estatuto, espero que con intención de modificarlo a fondo, pero confieso mi desconfianza que la prefiero a que me llamen incauto; desconfío, porque eso ya se hizo antes dos o tres veces y en una ocasión, esa comisión que ahora renace, culminó sus trabajos elaborando un proyecto de reforma estatutaria que aprobaron por unanimidad nuestras Cortes, el 30 de junio de 1994. Es la vez que más cerca estuvimos de la casi plena autonomía pero aquel texto tras una larga espera de más de dos años, fue arrasado de plano en 1996 por PSOE y PP unidos parlamentariamente, por extraño que parezca, contra los intereses de Aragón.

¿Dónde nos esperarán esta vez? Sorprende que un diputado de la CHA según leo en la prensa, diga que aquella comisión se ha creado "por intereses de algún partido, porque alguien tiene que justificar un papel en la política aragonesa", atacando sin duda y sin causa, al Partido Aragonés. ¿Sería verosímil imaginar siquiera que sólo el Partido Aragonés tenga que "justificar un papel en la política aragonesa"?; ¿será posible que los demás partidos no deban explicar el espíritu de indiferencia que les gobierna?.

Nuestro alicaído y encima alicorto Estatuto es un tema básico y definitorio para Aragón y para cualquier partido autonomista, a menos que esa adjetivación oculte la verdadera faz de los que se opongan ahora, a lo que en tiempos pidieron a voz en grito desde la calle, sin conformarse con nada. Sería triste que a cualquier partido de aquí le preocupasen más otras clases de definiciones.

Modificar el estatuto para alcanzar al fin, un nivel actualizado de plena autonomía, significa más, mucho más, que esas importantes cuestiones en las que Zaragoza más que Aragón se está empeñando. Aquello de "Zaragoza contra Aragón" aun existe aunque no convenga ya a los inventores de la frase. Lo del estatuto es más, mucho más, por ejemplo, que tener metro o tranvía, expo o no expo, campo de fútbol aquí o allá, que son a la postre, asuntos domésticos y pasajeros, además de locales. Importa mucho más disponer de un Estatuto de plena autonomía cómo medida de nuestros poderes. Antes de iniciar los trabajos parecería indispensable que se hiciera público qué criterios va a mantener el Gobierno de Aragón en cuestiones como estas: si aspiramos a lo mismo que tengan o pueda ser reconocido a otros territorios privilegiados o si seguiremos haciéndonos de menos para no molestar; si aspiramos o no a que esta vez, seamos nosotros los preferidos y no de nuevo, los preteridos; si desempolvaremos nuestras "deudas históricas", ahora que el Gobierno central ya ha pagado la suya a Andalucía o si desistiremos de que luzcan en cuentas y si servirá de algo lo que aprueben nuestras Cortes o volverá a pasar cómo en las Cortes generales, allá por diciembre de 1996,cuando se produjo el raro milagro de que PSOE y PP se unieran contra Aragón, dejándonos sin el Estatuto de plena autonomía que habían elaborado, discutido y aprobado nuestras Cortes en 1994 y al que tiene derecho Aragón desde que se aprobara la Constitución.