El FMI dibuja para España un negro panorama económico a corto plazo, la caída más pronunciada del PIB entre las economías avanzadas (estima un retroceso del 12,8% del PIB en el 2020), pero lo suaviza para el próximo año (sube la previsión de crecimiento al 7,2%), apoyándose en los fondos de recuperación de la UE. Estas ayudas son una oportunidad para solventar los problemas inmediatos y, al mismo tiempo, sentar las bases de una economía más sólida. Con esta doble visión apunta el FMI, al afirmar que ahora es momento de gastar para ayudar a empresas y trabajadores (como ya ocurre con los ertes y el ingreso mínimo vital), pero también para acometer reformas ineludibles en materia de empleo y de pensiones.

La anterior reforma laboral que ahora se quiere revertir dotó a las empresas de mecanismos para salir de la última crisis, pero también es cierto que hizo que se saliera de ella acentuando las desigualdades. El FMI pone el foco en un mercado laboral con un fuerte contraste entre indefinidos y temporales precarios. Esta dualidad debe abordarse en un amplio debate social para una reforma laboral que, como la del sistema de pensiones, está pendiente y que los bloqueos políticos convierten en un lastre para el avance económico. En cualquier caso, el FMI estima que el nivel de actividad previo a la crisis no se alcanzará hasta el 2023 y que el paro comenzará a bajar el año que viene pero no lo hará de forma acusada hasta el 2022.