El comienzo del año 2014 ha sido mucho más feliz para los ciudadanos americanos de lo que algunos agoreros predecían. El cierre del gobierno es ya una noticia del año pasado, algo que se cerró para no volver a abrirse. Es ya parte de la historia americana.

El descorche de las botellas de champán y el chocar de las copas han permitido brindar por el éxito de la operación ACA (Affordable Care Act), lo que dicho llanamente significaba que millones de ciudadanos que no tenían seguridad social recibirían asistencia médica gratuita. Lo que se conocía como el Obamacare lo ha sido, y la buena nueva se ha ganado la celebración.

Con este éxito político, Obama ha establecido un principio irrenunciable: "la atención sanitaria es un derecho, no un privilegio. Este derecho no lo es sólo para los recién nacidos, los niños, los ancianos y los pobres, sino para todos los americanos". En España a esto no le dábamos demasiada importancia porque pensábamos que este principio estaba garantizado, pero los americanos no han disfrutado de este derecho en toda la historia americana hasta el mandato de Obama. La ciudadanía americana pueda considerarlo como un regalo de Santa Klaus, en España se entendería mejor si fuera un regalo que llega de la mano del Rey Mago negro. A este Baltasar concreto le hubiera gustado más poder ofrecer una cobertura total, pero lo cierto es que ha logrado que 30 millones de los 48 que no tenían cobertura la tengan. Los americanos han tenido que esperar mucho tiempo para conseguir este derecho universal. Aunque es un sistema más complicado que el español, y existen diferentes niveles de asistencia, y de prestaciones, donde también intervienen las compañías privadas, el avance conseguido es incuestionable, y el tema será objeto de críticas por parte de los congresistas en la oposición, mientras la ciudadanía americana ha brindado por ello.

Pero la carta de Obama a los "Reyes Magos de Oriente (blancos: Melchor y Gaspar)" continúa pidiendo otro regalo: la paz árabe-israelí. El presidente ha enviado a su mejor embajador de paz, el secretario de estado, a Oriente Medio para tratar de conseguir lo que todavía no ha conseguido ningún mandatario hasta ahora. Si John Kerry pudiera conseguir su misión de paz, no sólo se conseguiría la paz en Tierra Santa, sino que significaría la paz en los países musulmanes que continuan con conflictos que parecen no tener fin. Desde Siria a Libano, o desde Egipto a Irán, sin olvidar Irak, hay un hervidero donde la sangre corre libremente, sin ningún obstáculo o cortapisa. Con toda seguridad Obama ha enviado al que considera su mejor y más próximo mediador para la paz. Si Kerry consiguiera sentar juntos en una mesa, a Netanyahu y a Abbas, arrancándoles cualquier acuerdo de paz, sería otro logro jamás logrado en la historia de Oriente Medio. Kerry puede ser un mediador eficiente, pero el éxito de la operación no sólo depende de él, sino de los interlocutores, de lo que estén dispuestos a aceptar y a negociar.

Parece evidente que John Kerry es un hombre de "guante blanco" y de "mano izquierda" lo cual juega a su favor. Los temas de fricción siguen siendo los mismos desde el siglo pasado: el reconocimiento real de los estados: el de Israel y el de Palestina, el establecimiento de territorios y fronteras; y la capitalidad de los estados en las ciudades santas: tres temas tan importantes como conflictivos.

Sólo queda desear que en esta ocasión, como en el caso del Obamacare, los sueños se conviertan en realidad.

Profesora de la Universidad de Zaragoza y periodista