Aún percibimos las victorias en los términos absolutos (rendición incondicional) de las guerras contemporáneas. En particular de nuestra horrible Guerra Civil, cuando los derrotados quedaron cautivos, desarmados, humillados, y a merced de un castigo implacable. Pero lo de ETA no fue una guerra, al menos no en toda la extensión del término, sino un conflicto político dirimido mediante una dolorosa violencia física y psicológica. La organización terrorista que ahora hace mutis por el foro fue, a partir de 1976-77, una anormalidad tan sangrienta como abocada al fracaso. Muchos coincidimos en que su único objetivo táctico a principios de los Ochenta fue provocar un golpe de Estado en España que nos devolviese al pasado y justificara la apuesta militar del nacionalismo radical vasco.

ETA es culpable de no haber entendido la realidad, de pretender ajustarla a su voluntad mediante el crimen y de sostener el yerro durante largos y tristes decenios por pura y fanática soberbia. Al final ha perdido la partida y ha pagado (justamente) con decenas de bajas y muchos cientos de prisioneros, la mayoría de los cuales se han pegado en la cárcel quince, veinte o más años. El relato abertzale dirá misa (a veces en sentido literal), pero el resultado es el que es, como las víctimas son las que son. Los autores de los atentados y quienes les aplaudían como una siniestra claque pueden pedir perdón o no; pero eso es secundario. No se salieron con la suya ni por aproximación. Ahí está la clave.

Algunos creen, sin embargo, que el nacionalismo vasco sí ha obtenido una victoria política, pues está en las instituciones y produce su propio relato. Bueno... lo del relato es muy relativo y subjetivo. Habrá (ya los hay) más de uno. Y a las instituciones se llega a través de las urnas. Hablábamos de oponer democracia a terrorismo. Ahora, este se bate en definitiva retirada, y la razón electoral impera por encima de todo. Los vascos pueden votar libremente al PNV o a Podemos o al PSE-PSOE o al PP ... o a Bildu. No hay mejor manera de expresar y relatar la victoria.