En confianza, ¿a que no se esperaban que Rajoy fuera a empezar la renovación del PP designando a Fraga como candidato a presidir la Xunta?. Vértigo siento, se lo juro, sólo de pensar en el carrusel de cambios que se avecina. Capaz es don Mariano de nombrar como hombres de confianza a los desconocidos Acebes y Zaplana. Y porque Cascos sucumbió a los encantos de la bella galerista que, si no, lo mismo acaba de renovador general. Renovación a fondo, sin remendar de viejo: nuevos tiempos, nuevas caras.

Claro que don Manuel es el mejor ejemplo de renovación (o, más bien, de autorrenovación). Un servidor lo recuerda como ministro de Franco, látigo de periodistas díscolos, terror de urogallos y grácil cetáceo en aguas de Palomares. Y, de repente, plop, estaba paseando por Londres con bombín (que, incidentalmente, le caía como a un Cristo dos pistolas) y hablaba del amable liberalismo británico. Luego llamó a las momias del franquismo para embridar la democracia e ilegalizar comunistas. Más tarde fue viajero interminable al centro. Predicó sobre la Patria desgarrada por las autonomías y luego fue presidente de la Xunta- y, Dios nos coja confesados, ¡hablaba en gallego!

Nadie mejor que él para renovarse. Fraga fue todos ésos Fragas sin dejar de ser autoritario, meapilas y cacique. Como la derecha española ha sido muchas derechas sin dejar se ser autoritaria, beatona y caciquil. Así que Rajoy ha tirado de manual (o de Manuel). Ya se sabe, renovarse o morir.

*Periodista.