La primera impresión tras las fuertes inundaciones sufridas la semana pasada en parte de la provincia de Zaragoza era de graves daños en infraestructuras agrarias y de riego, además de en carreteras. Amén de los perjuicios en las cosechas aún pendientes de maíz y fruta, especialmente, los problemas principales se daban en acequias, riberas y caminos, como ahora ha quedado demostrado en la valoración de daños realizada por la CHE. El organismo que preside José Luis Alonso ha cifrado nada menos que en 30 millones de euros los desperfectos en las zonas más afectadas. Puesto que hay que invertir cantidades importantes para el arreglo, bueno será que no sólo se reponga el mal causado, sino que se estudie como mejorar lo presente ante futuros episodios de trombas de agua. El margen de retorno para que se viva una situación similar puede ser muy largo, pero en estos casos es mejor prevenir y no quedarse sólo un lavado de cara.