Llega el 14 de Abril. Este año se conmemora el 90 Aniversario de la II República Española. Independientemente de las consecuencias que causa la pandemia del covid, este año celebramos el aniversario republicano en un contexto político, social y cultural muy diferente al de otros años.

La ultraderecha y el fascismo van ganando posiciones y eso provoca que, por primera vez desde que está vigente la Constitución de 1978, esté la extrema derecha gobernando en una comunidad autónoma y que sea soporte de esa derecha bicolor de azul y naranja en otras autonomías y ayuntamientos.

Se está blanqueando al fascismo con esa equidistancia que están practicando los poderes económicos, mediáticos, políticos y culturales. La crisis económica y social causada por la pandemia se une a esa crisis salvaje que sufrió la población trabajadora en la última década.

Los continuos casos de corrupción que han llegado hasta la Corona, los sucesivos procesos electorales en mitad de las crisis y la desafección hacia la política, cultivada e impulsada por grandes aparatos mediáticos, hacen que el cansancio invada a la ciudadanía y faciliten el camino a los populismos y a salvapatrias oportunistas.

Llegamos al 14 de abril de este 2021 en unas circunstancias que hacen necesario, más que nunca, el debate sobre la forma de Estado que queremos. El republicanismo es mucho más que un debate sobre la jefatura del Estado. Es un error táctico, y estratégico, centrar el debate en la monarquía, por muy corrupta que sea.

La monarquía es la abanderada del régimen del 78. Es el buque insignia del constitucionalismo moderno español. La Corona es lo que legitima el sistema y lo disfraza de democracia. Por eso, el constitucionalismo español la protege. No hay más que ver cómo y de qué manera vetan comisiones de investigación sobre los trapicheos del emérito, cómo ocultan las verdaderas cuentas de la casa real y cómo defienden ese privilegio medieval de la inviolabilidad del monarca.

Ese debate, el de monarquía o república, hoy por hoy está perdido porque somos una minoría quienes queremos ese cambio de sistema de gobierno. El constitucionalismo español no va a juzgar, ni siquiera a molestar, a lo que consideran la pieza más importante del sistema.

Ese debate no puede darse sin el conocimiento de las opciones, no puede hacerse recurriendo a lo emotivo. Pero no puede hacerse de manera objetiva porque en este país se ha impedido conocer otras formas de gobierno diferentes de la monarquía parlamentaria. En todo lo que va de este siglo XXI han pasado por los centros de enseñanza secundaria de nuestro país unos 10 millones de alumnos/as. Se les ha hurtado la posibilidad de conocer que la república es un sistema de gobierno más participativo, más justo, más democrático. Ni siquiera se les ha permitido conocer las dos únicas, y breves, experiencias republicanas que ha habido en España. No tienen elementos para opinar.

Esa es la tarea que tenemos. Debemos explicar a la gente, a los y las jóvenes que hay un sistema de gobierno diferente al que conocen. Que hay alternativa al sistema que ha dejado por el camino abandonada a mucha gente mientras ha engordado las fortunas de los/as de siempre. La alternativa puede, y debe, ser el republicanismo que aplicando los valores de la igualdad, la justicia, la fraternidad y la libertad, dé respuesta a un nuevo modelo de Estado; que dé forma a un nuevo pacto social que blinde lo público, que destierre la corrupción y que desarrolle una economía respetuosa con los derechos de trabajadores y trabajadoras. Un nuevo pacto social que abra la puerta a la solución del conflicto entre las nacionalidades que conforman nuestro país. Un nuevo pacto social que tenga como objetivo la gente en vez de los mercados.

Debemos explicar que el republicanismo es la base de la reconstrucción democrática de nuestro país y el que posibilitará desarrollar los valores sociales a los que aspiramos. Es un paso adelante para superar realmente el franquismo y echar de nuestras instituciones a quienes se declaran sus sucesores o sucesoras.

El republicanismo es la condición necesaria para el cambio que necesita este país, para responder a las necesidades y derechos de trabajadores y trabajadoras. La lucha por un nuevo orden constitucional es lo que puede aglutinar todas las reivindicaciones de cada ciudadano o ciudadana que crea que ese nivel insoportable, al que han llegado la economía y la política, requiere una respuesta ciudadana.

La derecha, la extrema y la otra, aunque se pinten de azul, de naranja o verde no tienen nada alternativo que ofrecer. Disfrazan el mensaje con banderas y patriotismo, pero su hoja de ruta, con el Rey a la vanguardia, es el capitalismo salvaje.

Por eso, como todos los años, reclamamos una España republicana donde crezcan la Igualdad, la Fraternidad, la Justicia social y la Libertad.