Desde el período entre guerras hasta nuestros días, Alemania ha resultado ser un referente en muchos aspectos. En esa época se forjó una sociedad dispuesta a salir de las mayores atrocidades que puede sufrir un país, dos guerras que arrasaron con el extraordinario patrimonio que poseía, sin embargo sus objetivos se centraron en reconstruirla sobre una fortaleza de conciencia de Estado.

Weimar como república perteneció a la historia de Alemania entre los años 1918 y 1933, constituyó el principio de una nueva era democrática en un país unificado hasta que fue malograda con la llegada del Tercer Reich. Luego remontó y ahora es uno de los 16 estados federados con un gran legado cultural, una ventana donde asomarse y conocer esa Edad de Oro de la que formaron parte, en el Estado Libre de Turingia, artistas como Cranach el Viejo, Bach, Liszt y escritores como Goethe, Nietzsche, Herder o Schiller.

A principios del siglo XX, la República de Weimar se posicionó como símbolo de la cultura alemana, y no solo eso sino que la situación jurídica de las mujeres mejoró exponencialmente, podían votar y estudiar sin grandes limitaciones, además, al ser mayoría en número debido a la pérdida de hombres en la guerra precedente, llegaron a tener una sólida autonomía en sus vidas. El acceso a las enseñanzas, a las escuelas, les brindó la oportunidad de una formación hasta entonces impensable, facilitando la capacidad que poseían para desarrollar cualquier profesión. Por lo que el nacimiento, en esos momentos, de la escuela de arte de la Bauhaus (1919-1933), pionera en compatibilizar la creación artística con la elaboración de modelos para la industria, les facilitó que pudieran acreditarse como ingenieras industriales, arquitectas o diseñadoras.

Durante este pasado 2019 se conmemoraron los 100 años de su creación. Aquellos primeros pasos fueron dados por profesores que hoy ocupan los manuales de la Historia del Arte, como Walter Gropius (fundador de la Bauhaus), Paul Klee, Lyonel Feininger, Josef Albers o Wassily Kandinsky, este último pintor y teórico intelectual volcó en ella sus teorías y su gran experiencia, dando mayor relieve en aquellas promociones de alumnos que a día de hoy siguen siendo una referencia dentro del arte moderno; este concierto formado entre alumnado y maestros fue lo que provocó la verdadera revolución en las formas y contenidos de la enseñanza en la Bauhaus. Tal fue la personalidad de sus diseños en el mobiliario, en la arquitectura, en los enseres domésticos, que han llegado a ser clásicos contemporáneos.

Los numerosos alumnos, convertidos en grandes profesionales, que salieron de la escuela, se instalaron en países como Israel, México, Chile o Venezuela, su legado ayudó a sentar las bases para una mejora en la viabilidad y un progreso en el territorio. Sus diseños siguen siendo un punto de partida para arquitectos y artistas. Uno de los aspectos más importantes de la Bauhaus fue su concepto educativo como impulsora de los cambios en la sociedad, es por ello que su reconocimiento se ha visto reflejado, durante este aniversario, por diferentes ciudades del mundo.

En Aragón la Universidad de Zaragoza y la Diputación Provincial de Zaragoza, junto con el Colegio de Arquitectos, han llenado sus espacios de referencias documentales. Sin embargo la Escuela Superior de Diseño de Aragón ha sido la gran ausente, una oportunidad perdida para un alumnado que tiene mucho aún que aprender. H *Pintora y profesora