Mis amigos republicanos no dudan de que, si en estos momentos hubiera en España un líder republicano de verdad, capaz de plantear el debate entre Monarquía y República e inclinar la balanza a favor de la segunda, tendría serias opciones de triunfar.

«Pero ese hombre no existe», añaden a continuación.

No es, desde luego, Pablo Iglesias. ¿Se imaginan como presidente de la República al otro Pablo, Echenique? En su momento se habló de Felipe González, pero los compromisos monárquicos del expresidente y exsecretario general de PSOE se mantienen hoy incólumes, pese a todo… Englobando en ese «todo» la caótica situación del rey emérito, el encarcelamiento de Urdangarín y la larga lista de problemas de Felipe VI.

Pero, aún no existiendo, al parecer, ese líder carismático capaz de fundar en España una III República, ¿qué hacen los republicanos para ponerla en marcha?

Como mucho, retirar al emérito algunas de sus cientos de avenidas y calles. Como, por ejemplo, ya en su día el entonces alcalde zaragozano Pedro Santisteve quiso cambiar el nombre del Pabellón Príncipe Felipe, sin conseguirlo ni lograr con su intención cambiar el voto ni las simpatías monárquicas. Ahora Kichi, Colau, Rufián y otros republicanos de boquilla retiran las estatuas, placas, cuadros de Juan Carlos, pero no impulsan la III República, ni la plantean, ni siquiera la esbozan o defienden. Por eso no ilusionan a nadie y siguen haciendo política en un Estado monárquico, con una Jefatura dinástica que dicen repudiar, pero a la que sumisamente acatan en la vida institucional. Por esa hipocresía o postureo, por ese templar gaitas, tragar sapos y sonreír cínicamente no se ve entre ellos un personaje histórico capaz de cambiar el rumbo de nuestra historia.

Tampoco entre los llamados intelectuales, muchos de los cuales se declaran republicanos, encontramos hombres de acción, capaces de enfrentarse al sistema por sus ideales. Tan ricamente remunerados en sus cátedras y poltronas, ¿para qué molestarse en cambiar nada, si tan bien les va?

Si llega la República, tendrá que ser de la mano de alguien nuevo, con un partido nuevo y nuevas ideas, nuevos programas, nuevos proyectos… ¿Lo veremos o seguirá siendo una utopía?