El número de víctimas mortales en la montaña experimentó un peligroso repunte el pasado año en Aragón, con respecto al mismo periodo anterior. La lista de fallecimientos ha pasado de 20 a 30, unos datos que si bien siguen manteniendo a la comunidad en unas cifras bajas con respecto a la estadística nacional, sigue siendo motivo de preocupación. Como lo debería ser el hecho de que el grueso de las intervenciones de la Guardia Civil se produzca entre practicantes de senderismo, que no de montañismo puro y duro, o que se hayan colado en tercer lugar actividades tan supuestamente inofensivas como las rutas en bicicleta o las carreras de trail. Y suerte que el sistema de rescate aragonés funciona.