Siempre y al pasar por la carretera de la ribera de Jalón entre los términos de Urrea de Jalón y Bardallur, no puedo sentir menos que un resquebrajo interno cuando veo yacientes a las piedras de la hasta entonces superviviente torre vigía árabe con sus troneras cegadas, datada entre los X-XI, sin ningún asomo de haber sido queridas. Ahora adormecen su dolor derrumbadas unas sobre otras, sin asomo de querer ser atendidas... Es verdad que la ampliación de dicha carretera no la tuvo en cuenta, allanando hasta su propio cerco de descanso; es verdad que las instituciones, las veladoras por la generalidad o comarcal, nunca vieron en ella un poso de la Historia a proteger; pero también es verdad que para la mayoría fue un ornato del paisaje sin más...

Hagamos un rescate de su memoria para las generaciones que pasaran por dicho lugar y solo verán unas piedras amontonadas, aunque bien argamasadas. Se piensa con certeza que la torre vigía sería el filo de un pequeño castillo, que serviría para cobijar a una despuntada guarnición vigilante de los cercanos castillos de Orosa (Urrea de Jalón) y, al más importante, de Rota o Rotalyeu (Rueda de Jalón). En sus alrededores se han encontrado diversas piezas cerámicas y algunos vestigios constructivos (muros y suelos), conformando todo un conjunto con una funcionalidad poco aclarada. Aunque, a tenor del nombre de Alfóndiga por el que responde su contexto geográfico, para nada es descabellado pensar que se trataría de un alhóndiga -al-fundaq en árabe- por la analítica de los materiales y restos arqueológicos encontrados. Si así habría sido, hay que hablar de un lugar de intercambios comerciales, almacenaje de mercancías y hospedería de viajeros. El Castilluelo, erguido en su altozano, aseguraría el orden y la vigilancia en los arreglos y conciertos que se llevarán a cabo.

Igualmente, El Castilluelo esconde, entre lo que en su día fueron sus muros, y por difusa transmisión oral de padres a hijos por estos pueblos del Bajo Jalón, un secreto de la Historia. Pues sirvió de cobijo a Antonio Pérez, secretario de Felipe II y acusado por este de la muerte de Escobedo (secretario de Juan de Austria), en su apresurada huida de Madrid en el verano de 1590 y buscando el amparo de los Fueros de Aragón, Juan de Lanuza (señor de Plasencia de Jalón y Bardallur), y el conde de Aranda Luis Ximénez de Urrea (señor de Urrea de Jalón), no lo habría. Abrigo o refugio, entre otros menesteres, que les acarrearía consabida fatalidad en el devenir vital de ambos prohombres aragoneses. El Justicia ejecutado en la plaza del Mercado de Zaragoza un 20 de diciembre de 1591 a la edad de 27 años. Mientras, el conde de Aranda moriría preso en el castillo de Coca (Segovia) en el mes de agosto de 1592. Por su parte, Antonio Pérez huido a Francia y los Fueros de Aragón heridos en sus libertades...

Al menos, El Castilluelo nos ha dejado holladura y rastro para un réquiem. Un réquiem por su Historia que corre el riesgo de quedar desvanecida.

*Historiador. Autor de: La Edad Media en Valdejalón y El Bajo Jalón en Artículos Históricos