No cabe duda de que era preciso regular la transición política iraquí. Razón de Estado que ha persuadido a Francia de que no podía quedarse sola en su oposición al ambiguo redactado de la nueva resolución sobre Irak aprobada ayer por la ONU. Es un innegable avance que se entregue al Gobierno de Bagdad el control de sus "recursos financieros y naturales" y se dispongan elecciones democráticas directas en menos de un año, por mucho que la ONU no quede al frente de este proceso, como reclamaba Zapatero.

Aun así, hay puntos de ese texto que parecen concebidos con la única intención de mantener la supremacía absoluta del Ejército de EEUU sobre unas fuerzas de seguridad iraquís que poco o nada podrán decir sobre las acciones militares de las tropas ocupantes, que han demostrado sobradamente la determinación de imponer la ley de su fuerza. En cambio, la resolución decide que la fuerza multinacional estará autorizada a tomar todas las medidas que sean necesarias para imponer unos estándares de "seguridad y estabilidad", que quedarán a discreción de los que bombardearon e invadieron el país. Pocas veces se ha visto tan descarada farsa en una devolución de soberanía .