Este periódico ha editorializado ya en sucesivos días sobre la urgente necesidad de que todos los aragoneses se responsabilicen de su conducta social como fórmula básica para evitar una propagación masiva del coronavirus. Es básico para frenar la expansión del covid-19, las autoridades sanitarias siempre lo han dicho, y en estos momentos en que la mayor parte de la población de Aragón está en el punto de mira por los rebrotes, se hace más que necesario. La situación es grave sobre todo en Zaragoza capital donde ayer se contabilizaron 98 casos de infección, el doble del día anterior y lo que es muy preocupante, prácticamente en todos los centros de salud de la ciudad. Por eso, el retorno flexibilizado a etapas de prevención en Zaragoza, Huesca, la comarca central, amén de las de Cinca Medio, Bajo Cinca, La Litera y Bajo Aragón-Caspe, que ya estaban en esta fase 2, ha de servir para intensificar el rigor y la seriedad que, en determinados momentos, se han olvidado en la desescalada.

Estamos frente a una curva ascendente que preocupa y mucho, de ahí que solo debemos de cumplir y hacer cumplir las medidas puestas en marcha por el Gobierno aragonés, que cuentan con el total respaldo del Ejecutivo central y también del Ayuntamiento de Zaragoza. De hecho, su alcalde ha dado muestras más que evidentes en estas últimas horas de complicidad y responsabilidad ante la situación. Son necesarias las medidas oficiales porque, aunque sea duro decirlo, la transmisión comunitaria, sobre todo en la ciudad de Zaragoza, es más que evidente y los casos van a ir en aumento. Por eso es preciso hacer un llamamiento a la ciudadanía para que extreme las precauciones. Las policías nacional, adscrita a la comunidad y local, iniciaron ayer un control riguroso de las terrazas y se va a evitar a toda costa la celebración de botellones que aumentan los riesgos de contagio.

Es cierto que esta situación va a suponer muchos quebrantos económicos y así lo están sufriendo ya hoteles, hostelería, transporte público y comercio, principalmente minorista. Después de los tres meses de estado de alarma, es normal que en todos estos negocios se ponga el grito en el cielo porque la situación económica para muchas familias será muy complicada. Pero está en juego la salud de todos y debe prevalecer. Después, cuando las curvas del virus desciendan y se vuelva a una situación más o menos normal, será tiempo de buscar remedio a este mazazo económico. De no hacerlo, de continuar como hasta ahora, la situación puede ser peor. E incluso no sería descartable que el retroceso ya dado para un 85% de la población aragonesa tuviera que ser mayor y en los próximos días hubiera que retrasar una fase más, afectando incluso a nuestra movilidad.

La situación en Zaragoza capital es complicada y en muchos centros de salud de la ciudad y de otras zonas del territorio aragonés se viven momentos de prealarma. Por eso es preciso insistir en este llamamiento a la ciudadanía para que, más allá de las exigibles medidas oficiales --que se están tomando desde el Ejecutivo autonómico-- extreme las precauciones individuales y colectivas. No estamos ante un simulacro sino en la antesala de una posible oleada epidémica que únicamente se podrá combatir con civismo y mucha responsabilidad. De todos depende poder frenar esta pandemia.