Las respuestas tienen que ser gallegas, no van a ser riojanas». Qué bien traído. Ingeniosa frase la de Rajoy en su épica declaración del caso Gürtel, en la que sus perlas discursivas pusieron de manifiesto la galleidad mariana de nuestro presidente. Aunque en realidad, la cosa se puede resumir en el «no conozco absolutamente nada de eso por lo que usted se interesa». Como leit motiv vital no está nada mal, la ignorancia conscientemente inducida, pero como técnica retórica, se sale del mapa. Casi tan buena como la que empleaba un amigo gaditano para resolver una conversación con el género femenino sin que su interlocutora tuviera sospecha de que lo que estaba contándole, le importaba menos que una m. Sólo necesitaba dos frases: «Vaya por Dios» (para darle soporte emocional si mencionaba algo no muy positivo) y «qué bien que haces» (para reforzar la comunicación y alentar el discurso de la oradora). Rajoy, como buen gallego, ha preferido decantarse por otros dos tantras estrella: «Hasta donde yo se», que parece que es nada, porque «jamás se ocupó de los asuntos económicos del partido», y «lo importante es tener buenos colaboradores» (se ha sembrado de gloria). A priori tampoco esperábamos mucho más de un jefe que habitualmente responde a la gallega (de dónde vienes…, manzanas traigo), haciendo los honores a la que se entiende como la idiosincrasia propia de su tierra natal, pero justificar su desconocimiento de la jugada en el hecho de que es su equipo, en el que ha delegado, el responsable de todo…, eso es ya… Sin palabras. H *Periodista y profesora de Universidad