El conflicto palestino-israelí continúa siendo una de las principales razones del caos y del sufrimiento en Oriente Próximo. Pero podríamos tener a la vista una forma de romper el impasse . A corto plazo, la única solución posible y mínimamente decente del conflicto es crear dos estados separados por una frontera, la línea verde, con ajustes mutuos y menores.

Por ahora, el proyecto israelí de construcción de asentamientos e infraestructuras apoyado por EEUU parece estar cambiando el significado del término menor . Sin embargo, hay varios planes en la mesa basados en la coexistencia de dos estados. El más destacado es el Acuerdo de Ginebra, presentado en diciembre por un grupo de destacados negociadores israelís y palestinos, que trabajaron al margen de los canales oficiales. El acuerdo ofrece un detallado programa para el canje de tierras y puede ser concretado si el Gobierno de EEUU lo respalda, ya que la realpolitik indica que Israel debe aceptar lo que la potencia ordena.

EN CAMBIO,el plan Bush- Sharon de separación es de hecho un plan de expansión y de anexión. Aun cuando Sharon propone algún tipo de retirada de la franja de Gaza, "Israel invertirá decenas de millones de dólares en asentamientos en Cisjordania", ha recordado James Bennet citando declaraciones del ministro de Finanzas de Israel, Binyamin Netanyahu. Otras informaciones indican que estos asentamientos se desarrollarán en el lado palestino de la valla de separación .

Tal expansión contradice la Hoja de ruta respaldada por Bush, que exige el cese de "toda actividad en los asentamientos". "Aunque el fin de la ocupación de la franja de Gaza por parte de Israel es un hito importante, sólo tendrá significado si hay un cambio análogo de política en Cisjordania", ha escrito Geoffrey Aronson en una publicación de la Fundación para la Paz del Próximo Oriente, con sede en Washington.

La cuestión planteada ahora es si las comunidades israelís y palestinas están tan entrelazadas en los territorios ocupados que es imposible toda división. Sin embargo, en noviembre, exdirigentes del Shin Bet, el servicio de seguridad interior israelí, señalaron que Israel puede y debe retirarse completamente de la franja de Gaza. En cuanto a Cisjordania, entre un 85% y un 95% de los colonos podrían abandonar la zona "con un simple plan económico", en tanto la fuerza pública tal vez deba enfrentarse con un 10% que no desean ser desalojados.

El Acuerdo de Ginebra se basa en conjeturas similares, que parecen bastante realistas. Por cierto, ninguna de esas propuestas encara el abrumador desequilibrio en el poderío militar y económico entre Israel y un eventual Estado palestino, u otros asuntos cruciales.

A largo plazo, otros arreglos podrían surgir, a medida que se desarrollasen interacciones más saludables entre ambos países. Una posibilidad es una federación binacional. Entre 1967 y 1973, ese Estado binacional fue bastante asequible en Israel-Palestina. Durante esos años también era posible un total acuerdo de paz entre Israel y los estados árabes, y por cierto hubo ofertas en ese sentido de Egipto y de Jordania. En 1973, esa oportunidad se había perdido. Lo que alteró la situación fue la guerra de 1973 y el cambio de opinión entre los palestinos, en el mundo árabe y en el campo internacional, en favor de los derechos nacionales de los palestinos en una forma que incorporó la resolución 242 de la ONU, pero añadió disposiciones para la creación de un Estado palestino en los territorios ocupados, que Israel debería evacuar. Sin embargo, EEUU ha bloqueado de manera unilateral esta resolución durante los últimos 30 años. El resultado ha sido la guerra y la destrucción, una cruel ocupación militar, la absorción de tierras y de recursos, la resistencia y, finalmente, un creciente ciclo de violencia, odio mutuo y recelo.

EL PROGRESOrequiere compromisos de todas partes. ¿Cuál sería un compromiso justo? Lo más cerca que podemos llegar a una fórmula general es que el compromiso debe ser aceptado si es el mejor posible y puede conducir a algo mejor. La propuesta de Sharon de dos estados que dejen a los palestinos encerrados en la franja de Gaza y en cantones en la mitad de Cisjordania no cumple ese criterio. El Acuerdo de Ginebra sí se aproxima, y debe ser aceptado como base para negociaciones de israelís y palestinos.

Una de las cuestiones más espinosas es el derecho de los palestinos a retornar a sus tierras. Los refugiados palestinos ciertamente no están dispuestos a renunciar a ese derecho, pero en este mundo, no en un mundo imaginario que podemos discutir en seminarios, ese derecho no podrá ser ejercido más que de forma limitada dentro de Israel. En todo caso es erróneo ofrecer esperanzas que no se concretarán a personas que sufren en la miseria y en la opresión. En cambio, deben realizarse esfuerzos constructivos para mitigar su sufrimiento y encarar los problemas reales.

Un acuerdo para instituir dos estados con el consenso internacional es aceptable para una amplia gama de la opinión pública israelí. Eso incluso engloba a halcones tan preocupados por la presencia de demasiados no judíos en un "Estado judío" que han formulado la absurda propuesta de transferir áreas de densas poblaciones árabes dentro de Israel a un nuevo Estado palestino.

La mayoría del pueblo estadounidense también respalda la idea de los dos estados. Por tanto, no es inconcebible que esfuerzos organizados de activistas en EEUU puedan conseguir que Washington acepte el consenso internacional, en cuyo caso, también Israel accedería al plan. Aun sin la presión de EEUU, gran cantidad de israelís favorecen alguna solución de ese tipo, dependiendo exactamente de cómo se les formulan las preguntas en las encuestas. Un cambio en la posición de Washington tendrá una enorme diferencia. Los exlíderes del Shin Bet, así como los dirigentes del movimiento de paz israelí creen que la ciudadanía israelí aceptará tal resultado. Pero nuestra preocupación real no es especular sino conseguir que la política del Gobierno de EEUU se alinee con la del resto del mundo y aparentemente, con la mayoría de los norteamericanos.

*Profesor de Lingüística del MIT y autor de Hegemonía o supervivencia. La estrategia imperialista de EEUU (Ed. B).fCopyright 2004 by Noam Chomsky. Distributed by The New York Times Syndicate.