Septiembre son los nervios en el estómago jugando a hacerse trenzas. Punzadas de ganas y miedo pero sin estuche nuevo. Ya no hay rotuladores recién estrenados a los que agarrarte mientras te piensas devorada por los deberes del colegio. El verano se te quedaba en el pecho como una mala tos. Ahora lo que llevamos dentro es el frío. Los nuevos cursos vienen sin la amortiguación de los suelos blandos de los parques. La ilusión antes era tan fácil como escribir tu nombre en el cuaderno donde ibas a residir el resto del año. Ahora la agenda nos mira entre agobiada por llenarse de nosotras y temerosa por no hacerlo. La culpa sólo se tiene para que se inflame, como el apéndice, y entonces duela. ¿Qué haremos con las vidas que se quedan en blanco? Soluciones se parece a unas ilusiones a las que les ha salido el sol. Pero los gobiernos tienen protección solar para mirarnos. Hay que pensar nuevas tramas para renovar la serie por una temporada más. Necesito creer que las cosas pueden cambiar. Por eso intentarán pasar el rastrillo por las elecciones, para ver si la esperanza puede quedar sepultada en los surcos de la tierra. Dan pereza los titulares. Soltarán elefantes que vuelen mientras nuevas leyes nos muerdan los talones para que pisemos sin sentirnos fuertes. Cogerán nuestras vulnerabilidades para jugar a los barcos. Intentarán que siga habiendo personas que se queden sin casa. Iremos a pedir cita con el médico de cabecera a las oficinas de los bancos. Nos harán una OPA hostil para quedarse con la propiedad de nuestros cuerpos. A las becas de comedor les dolerá el hambre de los niños que no pueden pagarlas. La angustia sabe a regaliz de palo, le das vueltas en la boca y la escupes pero te vuelve al paladar al masticar otra hebra. Y luego otra. Encontrar trabajo. Que no nos despidan. El consuelo es una alarma que nos suena todas las mañanas. O ya ni eso. Antes tratábamos de llegar a final de mes y ahora nos dejamos ganar porque siempre el mes llega antes que nosotras. Ni siquiera puedo proponerme dejar de fumar porque ya lo he hecho. Mirar el catálogo de ofertas del Lidl. Empezar un coleccionable. Gastar todas las tintas de un bolígrafo de cuatro colores. Comprar olvido a granel y hacer con lo pendiente un álbum de cromos. Llegar sin morirnos por el camino. Congelar las alegrías para comer de restos. Empezar. En los comienzos siempre hay hambre y sueño. Por eso son importantes los principios, porque te sujetan el cuerpo cuando lo demás te empuja. "Esta noche, cuerpo triste, métete por donde saliste". Esto decía Carmen París el otro día en un concierto. Salimos de agosto sin hacer la cama y ahora tenemos las sábanas revueltas. Las incertidumbres se nos ponen en fila en este mes que nos recuerda que lo que vendrá nos asaltará en la próxima curva. Susto o sorpresa. El curso se inaugura en la tripa. Retortijones. En los pliegues de lo que nos dobla podemos almacenar deseos. Y ya nos han salido muchas arrugas. Nos irá bien.

Comunicadora