Ortega y Gasset señala: «Que siempre ha ocurrido así. Cuando el inmediato futuro se hace demasiado turbio y se presenta excesivamente problemático el hombre vuelve atrás la cabeza, como instintivamente, esperando que allí, atrás, aparezca la solución. Este recurso del futuro al pretérito es el origen de la historia misma…» La cita del gran filósofo hoy me parece muy pertinente. Voy a tenerla en cuenta. Miraré el pasado con el objetivo de vislumbrar en este túnel tan tenebroso algún resquicio de luz hacia el futuro. Hubo algunos españoles, como Antonio Machado, que supieron caminar en tiempos tan difíciles, como los actuales. Y lo hicieron, siendo consecuentes. Alzaron la voz con valentía y sin miedo, cuando vieron amenazadas democracia y legalidad, aunque ello les supusiera abandonar su tierra profundamente querida. Tan hombre bueno, como buen poeta. Un paradigma de la lucidez y la sensatez. Una de sus obras, entre las mejores escritas en el siglo XX, junto a la Velada de Benicarló de Manuel Azaña, que todo español deberíamos leer es Juan de Mairena (sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo) publicada, por primera vez, en el año 1936. El protagonista de la misma, ficticio poeta y docente, heterónimo-pseudónimo- del poeta sevillano, reflexiona de una manera un tanto desordenada con sus alumnos sobre temas diversos: la sociedad, el arte, la cultura, la literatura, la política y la filosofía, temas que son planteados con una encomiable variedad formal y una insobornable originalidad esencial.

Entre las numerosas reflexiones extraídas del Juan de Mairena, me ha impresionado una, que demuestra además de un extraordinario conocimiento de nuestra historia, una sorprendente visión profética de nuestro futuro. ¡Qué bien conocía la idiosincrasia española! Consecuencia de su profundo amor hacia España. Dice así, es para leerla despacio, con calma y para rumiarla: «En España —no lo olvidemos— la acción política de tendencia progresista suele ser débil porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción. Se diría que sólo el resorte reaccionario funciona en nuestra máquina social con alguna precisión y energía. Los políticos que deben gobernar hacia el porvenir deben tener en cuenta la reacción a fondo que sigue en España a todo avance de superficie. Nuestros políticos llamados de izquierda —digámoslo de pasada— rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro».

Ese retroceso violento de las culatas, muchísimo más violento que los tiros progresistas, lo podemos constatar en nuestra historia. El período de 1808-1814, con la Constitución de Cádiz de 1812, la más avanzada de Europa en aquel entonces, impregnada plenamente del espíritu de la Revolución Francesa, finalizó con la funesta y desgraciada llegada del Rey Borbón Fernando VII, que inauguró uno de los períodos más tenebrosos y lamentables de la Historia de España, que no sería el último, con exilios forzados, represión y muerte. El Sexenio Revolucionario, que despertó grandes expectativas, finalizó con el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto y sirvió para proclamar a Alfonso XII. La II República, de nuevo, supuso una bocanada de aire fresco y una de las ocasiones perdidas, una más, de nuestra historia, y el intento más serio de abordar la solución a los graves y enquistados problemas de España: el agrario, el educativo, el militar, el social, el autonómico, y que terminó con un golpe militar frustrado, que generó una Guerra Civil, a cuyo fin se instauró, de nuevo, una larga y tenebrosa Dictadura. Muy bien reflejada en la poesía Larga Noche de Piedra (Longa noite de pedra) del gran poeta gallego Celso Emilio Ferreiro: El techo es de piedra./De piedra son los muros/y las tinieblas./De piedra el suelo/y las rejas./Las puertas,/las cadenas,/el aire,/las ventanas,/las miradas,/son de piedra./Los corazones de los hombres/que a lo lejos acechan,/hechos están/también/de piedra./Y yo, muriendo/en esta larga noche/de piedra./

Decía también Juan de Mairena que «el hombre es el animal que usa relojes». Muchos españoles han querido parar el reloj de la historia y lo han conseguido. Fernando VII, Franco… Para evitar esto, Juan de Mairena aconsejaba a los jóvenes interesarse por la política para que otros no la hicieran por ellos. «La política señores es una actividad importantísima… Yo no aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y naturalmente, contra vosotros».

Quiero terminar con una breve referencia al presente actual y al futuro próximo. Voy a plantear unas preguntas muy claras, aunque las respuestas se las dejo para los lectores que hayan tenido la paciencia de llegar hasta aquí. ¿El retroceso de las culatas contra las conquistas políticas, sociales, económicas, educativas alcanzadas en las últimas décadas podemos aplicárselo hoy al gobierno de Mariano Rajoy? Juan de Mairena tendría muy clara la respuesta. ¿La tendrán igual de clara las izquierdas españolas? H *Profesor de instituto