Vemos, admiramos en Chile la ejemplaridad de sus transiciones, de Piñera a Bachelet, de Bachelet a Piñera, sin rencores ni juegos sucios, en lógica consecuencia con el país, sus índices de riqueza, capital y trabajo prosperando. Una lección para esta política española nuestra tan enmarañada, tan embarullada, tan enrocada en intereses poco o nada representativos del conjunto de la población, fracturada en derechas e izquierdas, secesionistas y constitucionalistas, agnósticos y creyentes, partidarios y opositores a la pena de muerte... Y, sin embargo, ni siquiera Chile es perfecto. Porque, ¿dónde están sus etnias, las poblaciones indígenas, los supervivientes de la conquista y colonización, los rapanui, los mapuches...? Desde luego, no en los ministerios, no en el parlamento, no en las poltronas poder... Si tan cruel fue el dominio español, ¿por qué en Iberoamérica, de Honduras a Argentina, no se repara ahora esa centenaria opresión, manteniendo, antes bien, a los indígenas alejados de la administración y de los núcleos de poder institucional? Hay excepciones, por supuesto, pero, ¿dónde están los nativos herederos del incario, del país azteca? ¿Fueron aniquilados, mestizados, marginados? ¿Dónde estuvo la verdad ayer, dónde, hoy?

En la actual revisión de la leyenda negra, que demoniza la colonización española, y de las hagiográficas estampas de nuestros conquistadores idealizados por fuentes poco objetivas se agradecen títulos como el recién aparecido Francisco Pizarro. Una nueva visión de la conquista de Perú (Crítica), del historiador Esteban Mira Caballos. Su esfuerzo, al repasar de nuevo decenas de crónicas, cientos, miles de documentos, desempolvando algunos que no se habían utilizado hasta la fecha, nos aporta una visión más poliédrica y rica del conquistador del Perú. Desde su modesto origen, en la extremeña población de Trujillo, hasta su muerte en la «guerra civil» entre pizarristas y partidarios de su gran rival Diego de Almagro, sin obviar su estancia en el Darién, en ciudad de Panamá, y sus contactos con Pedrarias, Balboa, Hernando de Soto, Belálcazar y otros guerreros del quinientos, todos ellos soldados de fortuna, en busca del oro y la gloria. Cuántas muertes, guerras, riquezas... El siglo XVI fue en América un teatro de revolución y sangre, con héroes, demonios, poetas y, sobre todo, muchas mentiras. Esclarecedores esfuerzos como el de Mira Caballos contribuyen a despejarlas.