Revisar el Pacto del Agua. Una frase sencilla pero que pronunciada por la ministra de Medio Ambiente hace temblar los cimientos del discurso político en Aragón durante la última década. De entrada, y al respecto de la polémica que se avecina tras la declaración de intenciones de Cristina Narbona, no hay que rasgarse las vestiduras. El pacto ya está revisado de facto, puesto que se alumbró en 1992 y doce años después no hay ejecutada ni una de las grandes obras que contemplaba. Es decir, mantiene su voluntad pero ha vulnerado todos los plazos previstos. A la habitual ineficacia de la Administración hidráulica se ha unido en este periodo una batería de reclamaciones judiciales que ha paralizado obras tan importantes como Santaliestra, por ejemplo. Así las cosas, conviene que todos los agentes institucionales, políticos y sociales se sienten a negociar sin maximalismos después de doce años de fuertes tensiones. Y entonces se verá lo que hay que revisar.