Hace ya unos cuantos años, una conserje de un instituto contaba con cierto alivio que había comprado un ordenador a su hijo en unos grandes almacenes porque, como el chaval iba mal en matemáticas, esperaba así con ello solucionar el problema. Aquella mujer atribuía dotes entre taumatúrgicas y mágicas a una simple máquina. Algo parecido acaba de hacer José Luis Rodríguez Zapatero: el domingo pasado lanzó a los cuatro vientos una propuesta programática sobre educación para las próximas elecciones generales, la calificó de "revolución educativa" y entre otras muchas prometió un ordenador por cada dos alumnos a partir de los ocho años de edad.

Ciertamente, nunca viene mal contar con un ordenador personal. De hecho, en casa lo tienen ya casi todos, y desde muy jóvenes han aprendido a chatear, jugar y consumir muchas horas delante de la pantalla, pero otra cosa es dilucidar cuándo, cómo, por qué y para qué lo utilizan muchos alumnos. De hecho, un ordenador mondo y lirondo no es capaz de inculcar motivaciones, intereses, esfuerzo y metodología por sí solo. No obstante, al parecer lo realmente importante es ahora ganar la carrera propagandística de las promesas electorales.

LOS POLITICOS han inaugurado ya la campaña electoral a base de promesas increíbles. Cualquier ciudadano con dos dedos de sentido común se preguntará, por ejemplo, por qué ahora y no antes eso de los ordenadores, si tan importante les parecía la informática. Algunos se preguntarán también qué tipo de persona y de ciudadano desean esos políticos que salga de los centros escolares, pues la destreza en Windows y en bajar música de Internet no está necesariamente vinculada con fomentar un espíritu crítico, un talante racional y el gusto por el saber y el aprender.

PERO ESO no es todo. A Zapatero y los suyos les parece de perlas que todo alumno maneje con fluidez la lengua inglesa al acabar la educación obligatoria. O sea, educación bilingüe, colegios bilingües y todo bilingüe, como en los presuntos colegios de postín. Al parecer, la revolución educativa para ellos consiste en que el alumnado vaya en inglés de maravilla, aun cuando en español vaya de pena o simplemente por leer un libro serio en lengua castellana a no pocos les salgan sarpullidos en las meninges.

Por otro lado, muchos votantes son papás y mamás, y el PSOE ha tomado buena nota. Como algunos de esos papás y mamás quieren que los colegios de sus hijos estén abiertos muchos días y a todas horas, Zapatero llama a la revolución: en Educación Primaria, tres horas más a la semana. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Aprenderán así más los niños? ¿Estarán mejor atendidos? Eso carece de importancia. Lo realmente relevante es que los papás y las mamás tengan aparcados y bajo techo a sus hijos. Y, de paso, que les voten.

Como algunos papás y mamás pueden tener también hijos en Secundaria, los tecnólogos socialistas en educación han propuesto asimismo ampliar el horario de los centros escolares once meses al año, siete días a la semana y doce horas al día. ¿Por qué? ¿ Para qué? Zapatero llama a su revolución educativa y aclara: "para atender las necesidades de las familias", lo cual es confundir las funciones educativas de la escuela con el complejo entramado de las necesidades familiares. Es decir, el culo con las témporas. La escuela tiene funciones mucho más ricas y hondas que servir de guardería para los niños y los adolescentes. Por cierto, ¿se les habrá ocurrido preguntar a los muchachos si les hace mucha ilusión o papel que su instituto esté abierto, por ejemplo, los sábados a las nueve de la mañana?

Lo de la gratuidad de los libros durante la educación obligatoria huele ya a rancio. No está de más esa medida social, pero un servidor se empieza también a mosquear porque cada vez que recomienda excepcionalmente comprar un libro de consulta (barato), hay casi conatos de amotinamiento en nombre de la economía personal y familiar, pero la cosa cambia cuando esos mismos alumnos, en muchos casos de extracción social no precisamente acomodada, se gastan la intemerata por un móvil multimedia o el último videojuego.

Quizá el PSOE gane las próximas elecciones. Quizá. En cualquier caso, es de esperar que, de ser así, su política económica, social, sanitaria o de infraestructuras sea más real, concreta y fundada que sus propuestas programáticas en materia educativa. En marketing, sobresaliente. En realidad, no progresa adecuadamente y sí necesita mejorar.

*Profesor de Filosofía