Las discrepancias en el interior de los partidos políticos son moneda corriente y hasta sana si derivan por los cauces de debate sosegado y la democracia interna. Pero la revuelta que ha tenido lugar en Vox, en Zaragoza, parece haber saltado los límites de cualquier discusión enriquecedora. En la formación ultraderechista una veintena de afiliados que denunciaban precisamente la imposibilidad de discrepancia y la falta de democracia interna alborotaron un encuentro en el que hubo gritos y hasta zarandeos al presidente provincial. Está por ver la resolución del conflicto, que ha llegado hasta la dirección nacional. La filosofía de Vox es toda una incógnita en la resolución de crisis. Habrá que ver.