Los Reyes Magos son unos egoístas. No es porque se queden un porcentaje de su reparto, sino que en psicología constatamos que es más satisfactorio regalar que recibir. Lo expresa muy bien don Vito Corleone, protagonista de El Padrino. Marlon Brando lo sabe y, al hacer un regalo como favor, no solo quiere que Bonasera le dé las gracias: «Algún día, que quizá nunca llegue, te pediré que hagas algo por mi. Pero hasta ese día, considera esto como un recuerdo de la boda de mi hija». Los regalos generan una deuda que llega a ser previa a la llegada del presente. Si te portas bien… Otras veces el regalo es una amenaza en forma de carbón. Y cuando llega, viene hipotecado. Como no estudies, vas a jugar mucho con… En ocasiones los regalos caducan. Y el amor eterno se convierte en un envase retornable en forma de rosario maternal.

Ante este panorama, es lógico que quienes más disfruten sean los obsequiantes. De ahí que el altruismo no sea un acto tan generoso como se presupone. El hecho de tener más en cuenta a los demás que a uno mismo implica un alto grado de satisfacción propia. Si separamos el beneficio objetivo aportado a otras personas, la motivación de un comportamiento altruista se explica por una recompensa positiva para quien lo ejerce. Desde algo sutil como ceder el asiento por educación, hasta arriesgar la vida por otros. Desde personas que desarrollan conductas por convicción ética a quienes arriesgan su vida para alcanzar un supuesto paraíso según sus creencias. Esta valoración del altruismo no es ni mala ni buena. Como la del egoísmo, con quien se acabará encontrando para permitir la supervivencia de la especie. Así lo destaca el experto en etología y biología evolutiva Richard Dawkins al explicar que estamos programados para ser seres principalmente egoístas. Así que lo más importante será conocernos con sinceridad para trascender esa actitud que está impresa en nuestros genes.

En la vida política hay pocas dudas de que el altruismo no existe. Estamos en pleno debate de investidura y las cadenas de favores se mezclan con las condenas a los acuerdos. Llevamos meses pidiendo consenso y cuando llega no nos gusta. Como buenos egoístas solo nos gustan los acuerdos que están de acuerdo con nosotros mismos. Pero quizás para eso no haga falta acordar. A Torra no le gusta que sus socios de ERC faciliten con su abstención un gobierno progresista. En esto las derechas sí están de acuerdo con el presidente catalán. Pero si el acuerdo no es del agrado ni de la CUP ni de los herederos de Pujol, allá, no debería preocupar tanto a los de ACA (Abascal, Casado y Arrimadas) que van a terminar votando todos juntos contra Sánchez. La patronal ve con preocupación el pacto entre PSOE y Unidas Podemos mientras que los sindicatos CCOO y UGT valoran en positivo el acuerdo, en particular la derogación de la reforma laboral.

En materia fiscal yo que usted me preocuparía si ingresa más de 130.000 euros al año. Ahora, también le digo, por lo bajini, que le envidio un poquito y que preferiría pagar un poco más. Eso haría que me sintiera mejor, como buen egoísta-altruista, al poder ayudar a los demás para que puedan tener, gracias a mis impuestos, mejores servicios públicos.

Los obispos se escandalizan porque el pacto entre Sánchez e Iglesias hará que la asignatura de religión deje de contar para la nota media. Algo que llevaría a descubrir que muchos de quienes cursan esa asignatura no lo hacían por altruismo hacia los otros, o por fe, sino porque su gen egoísta hacía todo lo posible para que fuera mejor valorado y acceder así a la universidad o a una beca.

En Aragón, las sirenas de Ciudadanos se hacen oír. Doña Inés ha llamado a Lambán y le ha susurrado unos versos esbafados de fuerza naranja: «Don Javier, yo lo imploro/ de tu baronil compasión/, que traiciones como sea/ a ese satán socialista/ llamado Sánchez Castejón». La asonada no ha servido ni para limpiarse los mocos electorales. Su eco no llegó ni a la capital, donde Sauriazcon está más ocupado en detener al grupo La oveja de Van Gogh, que ha reivindicado a Paco Martínez Soria en Se armó el belén, tras llevarse a la carrera un proyecto de ternasco transgénico de la plaza del Pilar. Humor egoísta para compartir en redes.

Hay poco altruismo en política que ensalce el bien común por encima del interés propio. La palabra común llega hasta donde llegan los míos. Normal si somos capaces de dialogar y respetar al resto. Pero se echa en falta cuando los políticos dejan de estar en posesión de la verdad y pasan a estar, literalmente, poseídos. Es el caso de la exsocialista Rosa Díez o la presidenta de la comunidad de Madrid, Díaz Ayuso. Sus declaraciones contra el pacto de Gobierno y contra el pacto climático, respectivamente, son tan extravagantes e insultantes que su egoísmo acapara todo el fachismo-altruismo.

El kilo de bilis política en la derecha se está encareciendo una barbaridad. Tengan en cuenta que les quedan cuatro años para digerir lo acumulado en estas fiestas. Hoy disfruten de la cabalgata. Me refiero a la de los Reyes, no a la del Congreso. Piensen que a partir del martes llega el tío Pedro con las rebajas a las políticas de Rajoy y a las de sus amistades peligrosas y ofendidas por el nuevo Gobierno. No sean egoístas y repartan algo de keep calm, por favor.

*Psicólogo y escritor