Me gustan los Reyes Magos venidos de Oriente. Esos tres personajes ligados para siempre a nuestra infancia. La magia de recibir un regalo de la vida. En cambio no me gustan los reyes que tenemos ahora. Los veo estirados, como si estuvieran constantemente presidiendo un desfile, tan perfectos en su apariencia que no parecen de verdad. Resulta difícil creerse esas sonrisas eternas y esos discursos impostados. Además, soy de las que creen que nos salen muy caros y no sirven para nada. En este caso sí que es verdad que su «estar» dista mucho de su «ser».

Vuelvo a los magos que me resultan mucho más simpáticos porque cada cual se los puede imaginar como le da la real gana. Es más divertido y menos frustrante que ver los telediarios de la 1. Hoy, es pues un día de ilusiones, creencias y esperanzas. Por eso yo me he pedido algunas necesidades básicas para ir tirando en este nueve año que empieza:

Algo imprescindible es que a los asesinos, maltratadores, acosadores, psicópatas y delincuentes (presuntos o confirmados) de mujeres se les vea el rostro en las fotos de prensa y en los informativos de la tele. El foco debe estar siempre en la cara de estos monstruos y que se les vea sin veladuras de imagen protectoras. También sería interesante y justo que el esfuerzo de investigación y búsqueda de las desaparecidas por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado sea igual o parecido, y no dependa solo de que las familias sean cercanas al partido que gobierna (el PP en este caso, como en el de la joven de Sevilla, desparecida hace nueve años, cuyo cuerpo todavía se busca por tierra, mar y aire). Hay muchas familias que sufren la misma situación y supongo que se sienten agraviadas y olvidadas. ¡Ah!, y que los responsables de seguridad sepan que la pulsera que llevan los hombres con orden de alejamiento es una majadería. Si quieren matar, lo primero que hacen es quitársela, como es lógico.

En el orden de política internacional sería deseable que tanto Trump como el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, se tomen un Valium 15 con el desayuno todos los días del año para que no presuman entre ellos de quién tiene el botón nuclear más grande. Ya tenemos demasiado infantilismo en lo que llevan de mandato para dejarlos sueltos sin drogarlos convenientemente. Y en un plano más local estoy segura de que a muchos ciudadanos de Zaragoza nos gustaría que el alcalde dejara de pensar en adornar la ciudad con infinitos y peligrosos carriles bici y se tomará en serio el lamentable servicio del Bus urbano. Solo hay que echar cuentas para equilibrar los esfuerzos de inversión municipal: ¿Cuántos usuarios se desplazan en autobús? ¿Cuántos se desplazan en bicicleta?

Para terminar con una sonrisa, me pido que Postigo siga muchos años dibujando las tiras de este periódico con su habitual inteligencia. La del martes 2 de enero fue total: se ve a Rajoy enfadado ordenando con el dedo «¡Dejen de ser pobres inmediatamente! No me vayan a estropear lo bien que va la economía».

*Periodista y escritora