La DGA debería demostrar que es capaz de marcar un ritmo único en la gestión. Sin caer en una comparación demagógica, no es admisible que un gobierno que es capaz de imprimir una velocidad inusualmente rápida en temas menores, como la compra de una colección de arte, se muestre mucho más torpe y perezoso para cumplir compromisos importantes, como los programas de prevención contra el cáncer. La presidenta Rudi ha de explicar por qué esa asimetría, en un momento de crisis en el que las prioridades deberían estar claras.