Iberdrola, la compañía que está siendo investigada por presunta manipulación fraudulenta de los precios de la electricidad, se llevó a cuarenta periodistas españoles al debut de la Roja en el Mundial y se ha organizado un buen escándalo. No es la primera vez que la eléctrica --patrocinadora de la Selección-- agasaja con estupendos viajes a periodistas que poco o nada tienen que ver con las secciones de deportes de sus medios. Los agasajados tampoco suelen firmar informaciones como las que detallan las 578.628 veces que Iberdrola cortó la luz el año pasado a clientes españoles por falta de pago ni se enzarzan en el debate sobre la pobreza energética mientras la factura de la luz sigue disparada. Por eso no entienden qué hay de malo en dejarse querer tres días en Brasil a gastos bien pagados. Tanto les ha sorprendido la indignación social y profesional --las redes echan chispas, y con razón-- que uno de los viajados, Melchor Miralles, ha calificado de "recua de mamarrachos" y "pobres desgraciados" a quienes han tenido la osadía de recordar el código deontológico de la profesión. Para que nadie les sacara los colores (un suponer), los viajados se pinturrujearon la cara antes de hacerse unas fotos contentos y felices en el estadio y colgarlas en la red. Ayer intentaron borrarlas pero las fotos brillan más que el reloj de oro macizo que el presidente de Iberdrola regaló a los jugadores de la Roja que ganaron el anterior mundial. Si ganan este, el señor Galán les ha prometido otro peluco aún más macizo.

Periodista