Ayer, la Ronda Norte de Zaragoza se colapsó por completo con caravanas de varios kilómetros. La coincidencia de la vuelta al trabajo en los polígonos industriales de la zona con la operación retorno (especialmente de catalanes, para quienes el día de ayer todavía era festivo), produjo el monumental tapón. Pero no es la primera vez que ocurre algo así. Este trayecto de circunvalación a través de la margen izquierda del Ebro tiende a saturarse con facilidad.

No hace mucho que nuestras páginas recogían un informe elaborado por la DGA según el cual tanto el tercer como el Cuarto Cinturón de circunvalación de Zaragoza serán insuficientes a la vuelta de unos pocos años. El primero de ambos, abierto con grandísimo retraso y aún no concluido en su totalidad (le falta atravesar el Ebro por el Puente del Milenio), es ya en gran parte una vía urbana; el otro, también incompleto, tiene asimismo fecha de caducidad en su función de trasladar vehículos de unas a otras de las grandes vías nacionales que se cruzan en la capital aragonesa. Por ello es obligada la planificación de nuevas infraestructuras viarias o la ampliación progresiva de las actuales. Será la única forma de adelantarse, por una vez, a las necesidades objetivas.