Hace 20 años el mundo asistía impávido al inicio de un genocidio en Ruanda en el que, 100 días después, 800.000 personas habían sido asesinadas a machetazos y dos millones tuvieron que huir. Fue un genocidio planeado sistemáticamente por unos pocos durante muchos años en base a la identidad (hutus contra tutsis), y vilmente alentado desde la radio y algunos púlpitos católicos. Ruanda emprendió el camino de la reconciliación, pero es una reconciliación controlada por el Gobierno autocrático de Paul Kagame, mantenido en pie gracias a una próspera economía. Ante aquel genocidio, nadie estuvo a la altura. La comunidad internacional falló estrepitosamente. La ONU retiró a sus cascos azules. Francia organizó una operación para salvar a sus protegidos, que eran los agresores. Bill Clinton reconocería que su mayor error fue la parálisis ante el genocidio. Este 20° aniversario se cumple cuando en España la reforma de la ley de justicia universal promovida por el PP deja en el limbo las causas iniciadas por el asesinato de nueve españoles en aquel exterminio.