Para el 86,4% de los (pocos) que siguieron el debate del estado de la nación, este fue un trámite insulso de reproches sin verdaderas soluciones. El líder de la oposición acusó al presidente de hacer un discurso irreal, pero el 83% de la audiencia ya no le cree (todo esto lo dice el último CIS) y Rajoy no tuvo mayor problema en fumarse, figuradamente, uno de sus puros (electrónico, claro) y llenar el ambiente de ese humo virtual, engañoso, nocivo, pero todavía legal.

Podría ser que la contundencia que pretendió Rubalcaba fuera una exhibición dirigida más a su propia bancada. Aquel joven y prometedor velocista se ha reconvertido en un maratoniano que sabe que desde que la UCD implosionó, las elecciones no las gana nadie; las pierde la torpeza de quien gobierna. Y su opción es que el PP caiga como fruta madura. Parecía que su sacrificio acababa con las últimas generales, pero el único superviviente de los gobiernos de Felipe aún mantiene la incertidumbre sobre su continuidad, lo que secuestra a su propio partido justo cuando la socialdemocracia (en toda Europa) necesita redefinirse.

Anuncia primarias pero paradójicamente nadie se postula abiertamente como candidato. Y quien sí lo hizo, Carme Chacón, incomprensiblemente se fue del país. Rubalcaba acude a las elecciones europeas con una moneda con dos caras. La presencia allí de Elena Valenciano es una ganancia segura: o confirmará su poder o habrá pagado su fidelidad. Y para él mismo, salvo desastre, la peculiaridad de esta cita ofrece un sinfín de coartadas y datos relativizados.

A derecha e izquierda la política nacional se mueve y este PSOE puede quedarse en tierra de nadie. Desafección y abstención pueden ser aliados coyunturales, pero no son tan fiables como los socialistas creen, ya que, a veces, están ahí para avanzar cambios de inercia ciudadana. Ignacio Calderón, director de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, por ejemplo, ha constatado un compromiso creciente de los jóvenes con el bien común y un mayor interés por la política. El informe Injuve del 2012, además, lo corrobora. Rubalcaba no quiere ver que otras ventanas que hoy se abren hoy, pueden ser puertas mañana. Periodista