O mucho cambian las cosas o las primarias del PSOE aragonés serán una balsa de aceite en torno a la figura de Javier Lambán. La velocidad que ha conferido la ejecutiva regional al proceso, avalado por Ferraz, es algo más que un síntoma. El actual secretario general tiene el camino despejado para ser elegido sin problemas como candidato a la comunidad autónoma en las próximas elecciones generales. Apenas una recogida de firmas de sectores ugetistas para solicitar que las elecciones fueran abiertas y no cerradas a la militancia, y la aparición de un outsider apoyado por viejos tiburones blancos del socialismo zaragozano no parecen elementos de contraposición suficientes ante el cierre de filas del aparato del partido en Aragón apoyando al expresidente de la Diputación de Zaragoza y alcalde de Ejea.

Situación bien distinta es la que puede vivirse en los ayuntamientos, especialmente en el de Zaragoza. El alcalde, Juan Alberto Belloch, aún no ha desvelado si desea o no continuar, posponiendo su decisión hasta la celebración de las elecciones europeas. Frente a la indefinición del actual regidor, un sector dominante del PSOE zaragozano agrupado en torno a la figura del actual teniente de alcalde Carlos Pérez Anadón ha puesto de manifiesto en diversos foros que sea cual sea el deseo de Belloch habrá primarias. Las municipales se celebrarán después del verano, por lo que puede darse el caso de que el pulso entre diferentes sensibilidades se precipite, si bien Lambán es consciente del desgaste que produciría un enfrentamiento cainita en la decisiva ciudad de Zaragoza. Acaso por ello, en su último discurso ante la militancia, el secretario general exigió un cierre de filas, diferenciando la línea roja que separa la crítica de la deslealtad.

El verdadero reto de Lambán, además de controlar los desajustes que se puedan producir en Zaragoza, consiste en imprimir un nuevo sello a la socialdemocracia aragonesa. Día a día, se pone manifiesto que el modelo de crecimiento con una notable intervención pública en la economía que protagonizó el PSOE en Aragón durante el mandato de Marcelino Iglesias al frente de la DGA necesita ser renovado. Hoy ya no es posible sostener el entramado de empresas públicas en sectores clave, ni encontrar en las entidades financieras locales apoyo suficiente para emprender nuevos proyectos. Las urgencias de la Administración autonómica como consecuencia de la crisis económica y el bajón de ingresos provocado por la recesión suscitan otro tipo de respuestas políticas.

Y AHÍ ES donde Lambán debe proyectarse como una alternativa clara a la indolencia mostrada hasta ahora por un Partido Popular que en ocasiones se ha visto superado por los acontecimientos, por la falta de previsión o por ambas cosas, desde que Luisa Fernanda Rudi llegó al Pignatelli en el 2011.

Para empezar, una vez elegido candidato por la militancia, Lambán debería abandonar la alcaldía de Ejea, municipio al que se ha dedicado en cuerpo y alma durante los últimos 25 años y volcarse en su trabajo parlamentario. Tiene que demostrar el secretario general que sus compromisos públicos de vuelta a la esencia de la socialdemocracia (honradez, libertad, sobriedad y sensibilidad con los marginados) se convierten en hechos. Y por supuesto ha de marcar claramente sus prioridades. Hábilmente, en un momento de desconcierto en el Gobierno de Aragón por unos datos desbocados del desempleo coincidiendo con el inicio de año, ha planteado un interesante pacto por el empleo al que ha arrastrado como parte fundamental a los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT. Después de una primera reacción fría, el consejero del ramo, el independiente Francisco Bono, se ha visto obligado al menos a no rechazar la propuesta, mostrando sus recelos únicamente respecto del contenido del hipotético acuerdo.

Otro de los aspectos en los que habrá de volcarse el secretario socialista es en el conocimiento profundo de la agenda de interés de las provincias de Huesca y Teruel. Lambán tendrá que esforzarse en un recorrido por las 33 comarcas aragonesas para pulsar sus inquietudes y proyectarse como alternativa a una presidenta que si bien hasta ahora no ha viajado apenas por el territorio, tiene en mente hacerlo durante la última parte del mandato. En un momento de desafección ciudadana ante la política es muy pertinente que los líderes se proyecten entre la ciudadanía, recojan sus inquietudes y den la cara.

Por último, a Lambán le toca ser claro con su política de pactos. Los ciudadanos tienen derecho a saber no solo cuáles son sus preferencias para elegir a hipotéticos socios de gobierno, sino dónde marca sus límites. Es muy probable que las elecciones autonómicas del año próximo arrojen una mayor atomización parlamentaria que no solo impida una mayoría clara, sino que obligue a gobernar con el apoyo de más de un partido. Al secretario de los socialistas se le atribuye un afán por constituir un tripartito con IU y CHA que podría incluso ser insuficiente, como ocurriría en el flanco conservador con PP y PAR. UPD, caso de entrar como apuntan las encuestas, podría tener la llave de la gobernabilidad aragonesa si se produjeran estos resultados. Y ahí es donde Lambán habría de mostrarse.