Por mucho que lo justifique la precaria situación de las cuentas municipales, la subida de impuestos para Zaragoza pactada ayer por PSOE y CHA es un auténtico sablazo impositivo. Sólo así cabe calificar el incremento un 23,75% del Impuesto de Bienes Inmuebles, del 42,75% en el caso de la basura y del 18% en el agua. Siendo necesario incrementar los ingresos para cumplir las prescripciones que marcaba el estudio de Price Waterhouse previo a la aprobación de un plan financiero, que es obligatorio aprobar por ley, no es menos cierto que los gastos también deberían haber bajado algo más que el escaso 1,5% acordado para el año que viene. Sin olvidar que a la subida de impuestos se unirá la venta de suelo público por valor de 125 millones de euros. Así las cosas, la exigencia de unos servicios públicos de más calidad y la búsqueda de acuerdos con otras administraciones para nuevas inversiones deben ser dos principios irrenunciables para la corporación. Tomada la decisión de subir exponencialmente los impuestos y enajenar propiedades públicas el único antídoto será una gestión eficaz e irreprochable que mejore las prestaciones públicas y que permita al zaragozano visualizar que el esfuerzo decretado tiene una recompensa.