Hoy es uno de esos lunes amables, pues llega tras un fin de semana largo debido a que el viernes fue San Valero, ventolero y rosconero, patrón de Zaragoza. Coincidió además con el día de Los Malhumorados, aunque no sé quién decide esta nueva moda de la dedicación a los asuntos más exóticos, desde el malhumor del viernes al orgasmo femenino (ocho de agosto), pasando por el calcetín extraviado (nueve de mayo, vayan apuntando).

Yo a veces soy partidaria de la tradición. No sé si valoramos la costumbre que tienen las costumbres de hacer la vida más agradable: poner festivos en mitad del cierzo, unir parejas bien avenidas como el bizcocho y la nata y contribuir así, con un subidón de azúcar, al entusiasmo, a la felicidad y a la armonía personal y universal.

Cualquier asunto idiota tiene día o, en su defecto, nombre de calle, pero ¿qué sabe nadie del primer hombre que emparejó el jamón y el queso? La pasta con bechamel, el tomate con su orégano, el ternasco con patatas, las gambas y el ajillo, el huevo duro y la mahonesa… sabores distintos que se pertenecían, se amalgamaban perfectamente o entregaban, por contraste, lo mejor de sí mismos. Hay tantos seres geniales a los que deberíamos recordar.

Piensen en el chocolate negro, algo dulce, algo amargo, tan denso que quema el paladar, junto al frescor de la pulpa de naranja; en la salada contundencia del jamón con su dulce melón enamorado; en el clásico flan con nata, dos suavidades hechas la una para la otra; en lo chic de las fresas con champán, que se hacen cosquillas mutuas; en el café con anís y sus siglos de confortar almas del gremio de la construcción por las mañanas… en las uvas con queso, que saben a beso y unen felizmente el amor y la gastronomía. En fin, buen lunes tengan ustedes. Encuentren su pareja perfecta. Queda tiempo hasta San Valentín.