La estrategia de Luisa Fernanda Rudi, quien hace bien poco informaba a la opinión pública de sus intenciones de repetir como candidata a la DGA en las próximas elecciones autonómicas de 2015, ha chocado inesperadamente con la contraprogramación de Dolores de Cospedal: su resurrección de un nuevo intento de trasvase del Ebro.

Los conservadores no son los únicos animales políticos que tropiezan en la misma piedra, pero sí en esta. La experiencia ha demostrado que ambos sumandos, la aspiración presidencialista y la aspiración trasvasista, resultan una resta. De hecho, el Partido Popular--Aragón estuvo una larga década en la oposición purgando el pecado de apoyar el trasvase de José María Aznar. La propia Rudi apoyó con su voto el expolio del agua, error del que, dejando mancha, hubo de desdecirse después. De no haber abjurado, no habría ocupado el Pignatelli.

Y he aquí que ahora una compañera, pero con mucho poder, Dolores de Cospedal, pone en peligro la posible reelección de Luisa Fernanda en Aragón. ¿Por qué? ¿Acaso es más importante el trasvase que conservar el poder en esta comunidad?

Conozco de primera mano, por mis amigos del PP, el calvario que debieron soportar por culpa del empecinamiento trasvasista de Aznar, Cañete, Zaplana y Valcárcel, entre tantos otros. Al final, ni el trasvase se hizo ni el PP gobernó. Que es, creo, lo que volvería a suceder de repetirse el mismo binomio. Y no le deseo al PP nuevos sufrimientos.

Consciente de la amenaza, Rudi ha plantado a Cospedal, haciéndose representar por el consejero Oliván en la firma de un concierto sanitario, e iniciando de esta forma el pulso contra su secretaria general. Que es, no lo olvidemos, correa de transmisión de Mariano Rajoy y la que marca el rumbo del partido. Si Cospedal dice que hay que ahorrar, todo el mundo se tiene que apretar el cinturón. Si Cospedal dice que sobran los defensores del pueblo, el de Castilla-La Mancha se encamina al paredón del olvido y otros esperan turno para el patíbulo de la centralización. Y si Cospedal sostiene que hay que trasvasar el Ebro...

En Aragón pocos se alegrarán, pero en Madrid la colla de constructores estallará de alegría con el horizonte de construir la tubería entre Tarragona y Almería. Cientos de millones en obra pública, a repartir como buenos hermanos. ¿Habrá que sacar las pancartas?