Por si las moscas, por si había gato, o Aznar, encerrado, el Partido Popular, en su convención vallisoletana, se ha esforzado por dar una imagen de cohesión y unidad.

No con el PSOE, obviamente, con el que ha sido incapaz de cerrar un pacto contra la crisis. Y no porque la fuerza de Mariano Rajoy no tenga la capacidad de encontrar aliados --reparemos en su acuerdo con el PAR-- sino porque los dos principales partidos españoles se han mostrado incapaces de trabajar juntos por el bien común, por el españolito de a pie, por esa sufrida marinería que cuelga de los palos y jarcias del galeón del poder.

Y puede que sea ése uno de los motivos por los que PP y PSOE están perdiendo votos. Al galeón del bipartidismo, con mando en proa y popa, se le han abierto dos vías de agua: a estribor (UPD) y a babor (IU). A derecha e izquierda aparecen nuevas opciones políticas, electorales, algunas con la previsión de superar los treinta diputados en el Congreso, y de vertebrarse en autonomías y municipios. Pronósticos que, de transformarse en realidades, cambiarán el mapa político español.

A nivel de elecciones generales y pactos de gobierno, la buena noticia derivadas de las últimas encuestas y crisis partidistas podría estar en que, al fin, la mayoría no necesite a los vascos y catalanes para ser tal mayoría, ahorrándose, en consecuencia, el peaje de una financiación privilegiada para Cataluña y País Vasco con daños colaterales en forma de discriminación hacia Comunidades que, como la aragonesa, nunca han tenido demasiado peso en las Cámaras nacionales.

Pero Rajoy, para no hablar en Valladolid de nada de esto, se ha mostrado unido a los suyos, a los que van quedando, y abierto a bajar los impuestos.

Supongo que el presidente se refería, en general, y sin plazos concretos, a esas mismas tasas que su ejecutivo subió nada más llegar al poder, en paralelo a otros fenómenos económicos como la congelación de salarios o el incremento del paro.

Ahora, cerca ya del trópico electoral, con las encuestas calientes, el Gobierno popular hará algún gesto para hacer honor a su nombre y recuperar la popularidad. Guindos y Montoro sonreirán y los chicos de Prado del Rey leerán buenas noticias. El galeón del poder seguirá navegando, aunque haya perdido el rumbo y presente vías de agua.