Leo en la revista Tiempo una semblanza biográfica de este Rodrigo Rato recién expulsado del PP, que es como para echarse a temblar.

La tradicional apatía y desmemoria de los españoles y su patológica dependencia del presente consiguen modificar incluso el ser de los personajes que nos dirigen.

Pero, al final, la verdad reluce y entre aquel joven Rodrigo que llegó a la Alianza Popular de Manuel Fraga recomendado por su familia --no tanto para servir a España como con la sibilina idea de alejarlo de la gobernanza familiar--, y el señor Rato de las tarjetas black hay demasiadas coincidencias como para no pensar que siempre fue uno y el mismo: un frívolo. Un diletante, un hombre caprichoso y amoral que a punto estuvo en dos ocasiones de optar seriamente a la presidencia del Gobierno. Imaginen las que habría hecho en esta última etapa suya de viva la virgen y el wonderbrá.

Por suerte, nuestro país no es sólo cortijo de esta clase de señoritos. Da también otro tipo de perfiles.

Sería el caso, por ejemplo, de José Antonio Rey del Corral, un hombre, un poeta, un aragonés que entendió la política como una herramienta para mejorar a las clases más desmejoradas y proporcionarles seguridad, educación y dignidad, otro evangelio en el que solidarizarse, creer y crecer.

Ahora, en medio de la oleada de corrupción que asola el país, Rey del Corral vuelve al plano de la actualidad porque sus amigos, que no le han olvidado en los veinte años transcurrridos desde su muerte, han editado un libro con poemas inéditos suyos. Se titula Heterodoxias, es puramente heterodoxo, e incluye una serie de hermosas y relativamente ortodoxas ilustraciones del artista Tomás Reures.

A Rey del Corral, comunista militante, intelectual de fe universal en un hombre nuevo, se le recuerda por su talento artístico y por su generosidad. Una disposición que le llevó de aula en aula y de país en país, generando sin desmayo proyectos culturales susceptibles de dignificar lo colectivo desde su misma base, potenciado al mismo tiempo la libertad individual. Quienes lo conocieron afirman que Heterodoxias es una emanación nítida de su personalidad y de su obra. Su poesía útil lo mismo homenajea a Víctor Jara que critica las obras de la calle Alfonso.

Su huella perdura.