La reciente crisis del ébola evidenció una vez más la creciente influencia de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Mariano Rajoy confió en ella cuando su ministra de Sanidad, Ana Mato, había caído en pasmo, contagiada del principio de Peter y amenazando con desatar la ira popular. Soraya, ayudada por la divina providencia que protegió del contagio a Teresa Romero, consiguió frenar la crisis.

No era la primera vez que Rajoy la llamaba al rescate. En el delicado proceso de abdicación de Juan Carlos I y la consiguiente proclamación de Felipe VI, en las negociaciones con el nacionalismo catalán, en la decisión de retirar la legislación del aborto o en el ambicioso proyecto de reforma de la Administración puede adivinarse la mano de Soraya.

Un reciente reportaje en la revista Tiempo, firmado por Cristina de la Hoz, analizael recorrido político de la todavía joven Soraya, desde que se presentó en el PP recién llegada de Valladolid con su oposición de abogada del Estado hasta su presidencia en funciones durante la ausencia de Rajoy, desplazado en visita institucional a China.

Su escalada en el poder ha estado apuntalada por la ayuda de afines suyos, apodados los sorayos, medularmente instalados en la Administración. El subsecretario de Presidencia, Jaime Pérez Renovales, sería seguramente, al despachar de modo directo con Rajoy, el más poderoso de ellos, pero no el único. Charo Pablos, también abogada del Estado, como el propio Renovales, se encarga de la secretaría de Presidencia, y hasta hace muy poco Leopoldo González--Echenique ha dirigido los destinos de TVE. Con poco éxito, la verdad, siendo esta una de las apuestas de Soraya que ha salido rana. El nuevo director del ente público, José Antonio Sánchez, seria una punta de lanza, un toma y daca de Dolores de Cospedal.

Soraya y la secretaria general del PP no se llevan precisamente lo que se dice a partir un piñón. En cambio, Sáenz de Santamaría mantiene una cordial relación con el veterano Javier Arenas, vicesecretario de Política Autonómica y local. A nivel personal, disfruta de estrecha amistad con Fátima Báñez, ministra de Empleo, que colaboró activamente con Soraya en sus años de portavoz del grupo popular en el Congreso de los Diputados.

Un perfil a barajar en diversos reacomodos y claves, sin excluir la sucesoria.