Ahora resulta que, según los economistas neoliberales y los jefes de la nueva y la vieja derecha, la subida del salario mínimo, hasta alcanzar la «exorbitante» cifra de 900 euros al mes, va a provocar un cataclismo de tal calibre que la economía española se va a venir abajo como un castillo de naipes azotado por una ciclogénesis explosiva.

También resulta que quienes se oponen a esta subida son algunos de los que cobran más dinero y tienen garantizadas pensiones y bonos por unas cuantías escandalosas, en muchas ocasiones por haber trabajado apenas media docena de años en una gran empresa multinacional o por haber sido consejero de una entidad bancaria, o incluso presidente del Gobierno.

No deja de ser indecente que quienes más propiedades tienen, más dinero ganan, y más compensaciones económicas e indemnizaciones reciben cuando cesan en un empleo, critiquen y se opongan a que a los que menos cobran, a veces por trabajos durísimos, se les suban 164,10 euros al mes, que es lo que suele costar una comida «de trabajo» en un restaurante de lujo por cada comensal.

Son los mismos que se oponen a que se mejoren las pensiones más bajas (las hay de poco más de 400 euros mensuales), alegando que es insostenible para el sistema. Son esos mismos que se blindan planes de pensiones de cientos de miles e incluso millones de euros, y los que cobran suculentas primas de productividad aunque no produzcan nada. Son los mismos que reciben dietas de cientos de miles de euros al año por ser miembros de consejos de Administración de empresas como Endesa, Gas Natural, Volkswagen o Telefónica, que trabajan en sectores de los que esos consejeros, entre ellos expresidentes del Gobierno como Felipe González y José María Aznar, exministros como Elena Salgado, Trinidad Jiménez o José Manuel Soria, y varias decenas más de antiguos altos cargos, no tienen la menor idea; pero sí les concedieron en su momento «favores» que resultaron muy beneficiosos para los intereses de esos empresarios. Y lo más infame de todo esto es que a los que pretenden que en España todo el mundo tenga un trabajo y un salario digno se les tilde de populistas, demagogos y contrarios a la recuperación económica.

Si tanto daño va a provocar en la economía esa subida, yo propongo que los políticos que se oponen se rebajen el sueldo, dietas incluidas, a 735,90 euros al mes, que es el actual salario mínimo en España. Demostrarían ser unos verdaderos patriotas y contribuirían de manera importante a reducir el déficit público. A que no. H *Escritor e historiador