Mientras la DGA avanza a buen ritmo en la reconversión del recinto de la Expo en centro empresarial y de servicios, el Estado sigue sin estar a la altura y no ha ejecutado por segundo año consecutivo las partidas destinadas al arreglo del Pabellón de España. Es difícil que se acometa un proyecto de campanillas, tal y como están las arcas públicas, pero hay que busca una solución para un edificio tan valioso y representativo. Si Montoro considera que no hay que invertir, que lo ceda a la comunidad, por poner un caso. Todo antes de que se siga deteriorando uno de los símbolos de la exposición zaragozana.