El día que la maquinaria de comunicación monclovita diseminó su campaña en honor y gloria al Gobierno de Sánchez por la gestión desarrollada durante la pandemia una frase congregó la atención de todos: «Salimos más fuertes». Pero todo sigue igual.

La tolerancia con la mentira sigue siendo crónica en la sociedad. No deja de sorprender la naturalidad con la que se tolera la falsedad desde cualquier gobierno. Con ese nivel de tolerancia, se sienten invulnerables para continuar mintiendo. Lo decía ayer Ignacio Camacho : «La primera mentira escandaliza, la segunda molesta. Y a partir de ahí es una rutina inocua y ligera».

Pero todo sigue igual. Es intolerable que aún haya contagios masivos en residencias de ancianos. Que todavía no contemos con protocolos radicales para evitarlo está cerca de lo criminal. Un ejemplo: solo en Teruel hay una residencia con casi 70 contagios, y ya hay tres fallecidos.

No olvidemos que fue Aragón la comunidad con más muertos en las residencias de ancianos. Y cuando pensábamos que la segunda oleada de brotes ocurriría en un otoño trágico, empieza agosto notificando que Aragón ya tiene 45 residencias con brotes.

No salimos más fuertes cuando aún hay comunidades que gozan de un trato diferenciado. Que sí, que la democracia la inventaron los griegos y que siempre gana el PNV. Pero lo que no es tolerable es que hasta en esta agonía se ceda al chantaje. Urkullu solo se digna a aparecer en una reunión de los presidentes regionales al cerrar un acuerdo financiero, como si fuera un zoco.

Lo que no cambia es la relación entre el presidente Sánchez y Casado . Es un déjà vu permanente: ni se toleran ni insisten en acordar.

Eso sí, Sánchez no llama a Casado desde inicios de mayo pero se envía cartas con Torra al tiempo que este sigue parapetado en su trono de región milenaria sin preocuparse por la pandemia más allá de sus fronteras.

Si se critica al Gobierno de España por su gestión se está crispando. El hecho de que España encabece el desplome del PIB, sea líder en la tasa de paro de la Unión Europea o tenga el mayor número de infectados de Europa no es cosa de Sánchez.

O si lo es da igual. Los hechos no cambian nada porque Sánchez volvería a ganar. Los aplausos que le conceden sus acólitos retumban en el silencio de una sociedad sin crítica política. O sin conciencia de la importancia del voto. Hasta entonces: España ni salva vidas ni la economía. H