Tras estar encarcelado cuatro meses en Afganistán, dos años en Guantánamo y cinco meses en España, el ceutí Hamed Abderrahman, que había sido detenido en el país asiático por tropas de EEUU, ha sido puesto en libertad bajo fianza por Baltasar Garzón.

El juez procesa a Abderrahman por pertenencia a banda terrorista, pero el auto de procesamiento es, además, un duro alegato contra la ilegalidad del internamiento prolongado en Guantánamo de personas a quienes Washington llama eufemísticamente "combatientes enemigos". Y añade una dura crítica a las continuas y gravísimas violaciones de los derechos humanos que allí se producen aprovechando el limbo legal en que se encuentra la base norteamericana en la isla de Cuba.

A diferencia de los 600 presos que permanecen en ese vergonzoso campo, el ceutí, como algunos británicos que también fueron devueltos a su país, podrá ser juzgado con todas las garantías procesales de un Estado de derecho. Para los que siguen detenidos arbitrariamente en Guantánamo, el futuro es muy poco esperanzador, pese a la reciente resolución del Tribunal Supremo de EEUU, que prohíbe mantener a estos reclusos en un vacío jurídico.