Qué interesante el debate que abrió Íñigo Errejón en el Congreso de los Diputados sobre la salud mental. Es verdad que hay ciertas disciplinas médicas que la clase media ha asumido que había que pagar, sin pararse (sin pararnos) a pensar en qué sería de esas personas que no tienen dinero para hacerlo.

Hablo de salud mental, sí, pero también de otras disciplinas. Quiero decir que si tienes posibles, tus hijos no tendrás los dientes como las teclas de un piano roto, sino blancos y alineados. Es verdad que si tienes dinero, y empiezas a cumplir años y te ataca la presbicia, algo inevitable, te harás unas gafas progresivas y recuperarás la visión. Pero ¿nos hemos parado a pensar en quienes ni siquiera tienen dinero para pagar la luz?

Esa parte de la Sanidad que hemos asumido de nuestro bolsillo, los que hemos podido, no es un capricho. Sin gafas, literalmente no puedo leer. ¿Cómo trabajaría, cómo conduciría, si no pudiera pagármelas? Los dientes podría arreglármelos pero no me da la gana, son parte de mi personalidad, aunque si tuviera un agujero, lo taparía con un implante. Porque las coberturas bucodentales dependen de cada comunidad y son muy limitadas.

Y para qué hablar de la salud mental. He necesitado ayuda en ciertos momentos de mi vida y he acudido a profesionales gracias a los cuales mi vida es hoy mejor. Pero pagando. Por eso está muy bien que dejemos de hablar de tantas cosas que no importan y nos centremos en lo esencial.

Si algo nos ha enseñado la pandemia es la importancia de la Sanidad pública. Así que me alegro de ver que en el Congreso, por una vez, no se habla de recortar, sino de ampliar coberturas. Y empezar por la salud mental es lo mejor que nos podría pasar.