Se celebró una manifestación el pasado 6 de mayo en Zaragoza que, según la coordinadora ciudadana Teruel existe, reunió a 40.000 personas bajo el lema ¡Salvemos Teruel!, con el objetivo de reclamar las infraestructuras e inversiones pendientes en la provincia y así frenar la despoblación. Unos datos contundentes. La cifra más alta de población en la provincia en el siglo XX fue en 1910 con 265.908. En 1950, 243.269 y en 1970, 173.861. Esos años fueron una auténtica hecatombe demográfica, como consecuencia del éxodo masivo hacia las ciudades. En el 2001,135.858. En el 2011 aumentó ligeramente a 143.168, explicado en gran parte por la llegada de la población inmigrante. Y a primeros de 2018 de 134.490. Esta evolución demográfica es dramática. Y no se vislumbra cambio a esta deriva.

En cuanto al déficit de infraestructuras es claro. La autovía Mudéjar A-23, terminada en el 2008, necesitó 18 años en su construcción. El acondicionamiento de la N-232 desde Ráfales en su límite con la provincia de Castellón, un auténtico tapón, va a ser acabado en breve. Sin embargo la N-330 hacia Cuenca es tercermundista. El AVE por Teruel fue una ilusión. Ahora mismo el tramo ferroviario entre Sagunto (Valencia)-Teruel-Zaragoza se ha quedado fuera de la herramienta que prioriza la financiación europea de infraestructuras, Mecanismo Conectar Europea (CEF), que debe aprobar el Consejo de Ministros de la Unión Europea. Cabe esperar que el frente común de Valencia y Aragón, encabezado por Ximo Puig y Javier Lambán rectifique la decisión de Bruselas.

En cuanto a la escasez de inversiones es evidente, a pesar del Plan Miner o del Plan Estratégico para Teruel, o la licitación por el Gobierno de Aragón para el nuevo hospital de Teruel, de 103 millones de euros y con una ejecución de 46 meses... Es una obviedad que esta provincia ha sido marginada por nuestra clase política. Me referiré a la época democrática. Somos pocos, de ahí nuestro escaso peso político, con 3 diputados, repartidos entre el PP y PSOE, que nunca han tenido suficiente autonomía en sus partidos a la hora de decidir la formación de un gobierno o de aprobar unos presupuestos. Nuestros diputados se muestran reivindicativos ante el Gobierno central cuando están en la oposición. Si su partido gobierna, sumisión. Lo hemos observado estos días en un diputado que votó en contra de unas enmiendas a los presupuestos generales beneficiosas para esta provincia.

Un paradigma de nuestra clase política turolense: Santiago Lanzuela, diputado del PP y expresidente aragonés, que renunció a su escaño de diputado en el 2014, pero no porque no llegaran infraestructuras o inversiones a su querida provincia, a la que dice tanto amar. Abandonó para ir a Red Eléctrica Española, como consejero externo dominical a propuesta del SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), para cobrar 175.000 euros en el año 2017; por fijo 131.000, dietas a asistencia a consejo 16.000; dedicación a comisiones 28.000. Datos consultables en la página de Red Eléctrica Española y en el informe anual sobre remuneraciones a los consejeros en el 2018. Eso sí, hizo unas declaraciones, muy compungido, aduciendo que abandonaba el cargo de diputado porque los problemas de Teruel estaban ya perfectamente encauzados para una rápida y fácil solución. Hace falta tener cuajo.

Pero no toda la culpa es de nuestra clase política. También recae sobre los turolenses. Recuerdo una anécdota muy significativa, siendo director en el IES de Morella en la provincia de Castellón. Un masovero muy despierto, de los que ven la hierba crecer, mucho más que algunos con estudios universitarios, al comentarle muy contento el gran número de alumnos que habían aprobado la selectividad, muy apesadumbrado me dijo que peor para el futuro de la comarca de Els Ports. Me sorprendió, pero me lo aclaró rápidamente. Los abogados, médicos, profesores, ingenieros y demás titulados universitarios en su gran mayoría se marcharán de la comarca. Es muy aleccionadora. También muchos turolenses adquirimos un título universitario, y luego nos marchamos a otros lugares, a las grandes ciudades, y abandonamos Teruel, en gran parte, porque no hay puestos de trabajo, y en otros casos, habiéndolos, porque para algunos no les resultan atractivos.

Hemos visto recientemente rechazar puestos de trabajo de medicina en Teruel y provincia. Es mucho más atractivo y mucho más cómodo ejercer esta profesión, en la que se presupone grandes dosis de vocación, en el Servet y el Clínico. Mas la realidad es la que es. Los comportamientos humanos son muy contradictorios. Muchos turolenses que han alcanzado gran reconocimiento, del que me excluyo, en el ámbito económico, cultural, político, todo su talento lo emplean en otros lugares, muy lejos de nuestra provincia y así se va muriendo poco a poco. Eso sí, retornamos a nuestros pueblos los fines de semana, a las fiestas, a tocar el tambor en Semana Santa y en vacaciones. Los pueblos son muy atractivos los fines de semana. Pero los domingos a partir de las 5 de la tarde, ya no lo son tanto, porque todos los urbanitas nos marchamos y allí solo quedan los de siempre, y casi todos de edades avanzadas. Refleja muy bien esta situación, la extraordinaria canción, plena de poesía, La vieja de nuestro añorado José Antonio Labordeta.

*Profesor de Instituto