Muy alteradas tienen que estar las cosas para que Pepa Bueno coja los bártulos y se plante en Burgos, para tratar de aclarar el misterio de Gamonal. Se planta y habla con todo el mundo, como aconsejan las reglas del periodismo. Se podría haber evitado tanto ruido cumpliendo esa norma, pero, no. Si en alcaldía llaman de inmediato a los vecinos y escuchan, quizás los antidisturbios se hubieran ahorrado unas noches de vigilia.

¿Por qué nadie escucha? Bueno, yo escucho a Ana Botella decir que lo de Burgos es "un atentado". Ahí queda eso.

El más cabreado con Gamonal es Mariano Rajoy, que después del esfuerzo que le ha costado recibir chocolatinas de Obama, se encuentra con que los medios están más pendientes de Burgos que de Estados Unidos.

Pepa Bueno detecta en la SER que hay mucho cabreo en la ciudadanía; no descubre el motor de agua: las encuestas dicen eso, que los políticos son valorados en un 1.9 sobre 10, lo que nos lleva a reflexionar que hay que tener un altísimo sentido de servicio al pueblo para aguantar estas carretas de desprecio. Nos quieren mucho, no hay otra explicación.

Raúl del Pozo opina en Antena 3 que Burgos puede desembocar en un motín de Esquilache. Así de mal ve las cosas. Yo creo que esto ya es el despertar de la temporada, el inicio del 15M dormido. Antaño los pueblos se reunían en paz para celebrar San Antón y su gorrino; hoy las hogueras no asan chorizos, dicho en sentido literal. La nueva ley de seguridad ciudadana no lo permite.