Inscrito en la lista de mártires de la Iglesia desde el siglo V, San Jorge vendría a representar la personificación del caballero cristiano que combate el mal en defensa de la fe y de los oprimidos, secularmente invocado como uno de los protectores de la religión cristiana, de la verdad y de la justicia.

Conocido como el santo que -montado en un caballo blanco, enarbolando el estandarte de la cruz y embrazando una lanza- acaba con la vida del dragón (símbolo del mal), sin embargo este relato (con orígenes en Oriente) no constó en la biografía de San Jorge hasta finales del siglo XI, coincidiendo con la época de la Primera Cruzada.

De este modo, el honor de haber obtenido el triunfo tras singular combate contra el dragón habría recaído, primeramente, en el también militar San Teodoro de Amasya (santo de Asia Menor, que vivió en el siglo IV) y de tal guisa, triunfante sobre él, aparece representado sobre una columna, erigida en el siglo XII, en la plaza de San Marcos de Venecia. E igualmente, San Teodoro y San Jorge figuran juntos en un fresco del siglo XII, perteneciente a una de las iglesias (la Yilani Kilise, Iglesia de la Serpiente) rupestres del valle de Göreme, en Turquía. El nombre de esta iglesia se debe, precisamente, al fresco en que ambos soldados son representados a caballo alanceando a un dragón, en forma de gran serpiente. Y casualmente fue otro santo del mismo nombre, Teodoro de Siceone (583-613) nacido -al igual que los otros dos- en tierras de la actual Turquía, quien profesó una gran devoción por San Jorge, y a quien en buena medida se debe la posterior difusión de su culto a lo largo de toda la cristiandad. Hecho que tambien se refleja en el santoral, pues su celebración antecede en un día (es el 22 de abril) a la del Patrón de Aragón.

San Jorge, que fue tribuno militar en tiempos de Diocleciano, murió mártir -fue decapitado en el año 303- durante las persecuciones contra los cristianos llevadas a cabo por el emperador, no sin antes haber conseguido -según la Leyenda de Oro- la conversión de la propia esposa de Diocleciano, la emperatriz Alejandra, decisión por la cual fue decapitada; considerada mártir, goza todavía de gran culto en la Iglesia ortodoxa.

Por lo demás, no solo muchos países del mundo cristiano tienen a San Jorge como patrón, sino que además su figura aparece asimilada a personajes semejantes de otras culturas y religiones. Así, en Turquía (tierra natal de San Jorge) podría estar asociada al santo musulmán Hizir, transcripción del árabe Al-Kidr (el verde), a quien también se celebra el 23 de abril, y con parecidos cometidos a los que, en la religión hebrea, se atribuyen al profeta Elías, siendo los tres (San Jorge, Hizir y Elías) figuras regeneradoras de la naturaleza y del espíritu.

En cuanto a su simbología, la figura de San Jorge es ecléctica, basculante entre lo divino y lo humano, entre la paz y la guerra, entre la muerte y la vida, entre el bien y el mal. Un guerrero cósmico al que el ya desaparecido escritor cubano José Lezama Lima imaginó poéticamente “tripulando al caballo alado Pegaso, derrumbando la Constelación del Dragón, rompiendo sus eslabones de estrellas, su cabeza de carbunclo y su engordado buche de luna palúdica…”. Santo labrador (la palabra Jorge proviene de la griega “georgos”, agricultor) cuya llegada, después de Pascua, coincide con la del nacimiento de los primeros brotes verdes en la tierra arada y oxigenada, propiciando con su cíclica victoria el eterno retorno de la vida.

*Escritor e historiador