Apesar de su asombrosa invisibilidad en la mayoría de publicaciones especializadas en educación -más todavía en España- el aragonés san José de Calasanz (Peralta de la Sal, 1557-Roma, 1648) fue el gran artífice de la pedagogía moderna, a nivel mundial. Porque fue él quien sustentó los principios de la escuela popular, gratuita y universal, hoy imperantes en prácticamente todos los rincones del planeta.

Con la creación de sus escuelas cristianas gratuitas en Roma, a partir de 1597, el educador aragonés demostró además que no hay contradicción alguna entre ciencia y fe, tal y como sostuvo el físico italiano Galileo Galilei (1564-1642) contemporáneo suyo. Además, el patrón de los maestros españoles, san José de Calasanz (a su vez fundador, en 1617, de las Escuelas Pías, la primera orden católica dedicada por completo a la enseñanza de los niños pobres) llegó a ser un gran amigo del eminente astrónomo, hasta el punto de que uno de los sacerdotes de la Orden calasancia, Clemente Settimi, llegó a ser secretario personal de Galileo, a la vez que el último y más aventajados de sus discípulos.

Por otra parte, llama poderosamente la atención el hecho de que fuera durante las Cortes que redactaron la Constitución española de 1837 (en el marco de la primera Guerra Carlista, y cuando el Gobierno de Isabel II promulgó los decretos de desamortización y supresión de las órdenes religiosas), cuando se pronunciaron en el Parlamento español algunos de los discursos más elogiosos hacia la pedagogía y métodos de enseñanza preconizados por san José de Calasanz. Fue este el caso del diputado Pascual Madoz (1806-1870), exalumno de los escolapios de Barbastro, quien en su decidida defensa por la no abolición de las Escuelas Pías en España, se pronunció así el Congreso: «Me interesa la libertad de España, y la libertad necesita instrucción, como la que proporcionan los colegios de los escolapios».

No menor fue el apoyo que en las mismas Cortes de 1837 recibieron las escuelas calasancias por parte del diputado liberal Cabrera de Nevares (1786-1843): «Estas casas, señores, fueron fundadas por José de Calasanz, noble aragonés, y su bienhechora institución le granjeó la canonización que no tan legítimamente han merecido otros de los que se veneran en los altares». Asimismo, el método de educación preconizado por Calasanz, ya a comienzos del siglo XVII, fue el modelo que se siguió en España cuando, en 1825 durante el reinado de Fernando VII, se instauró el «Plan y reglamento general de escuelas de primeras letras» que convirtió a nuestro país en pionero y el más avanzado en este nivel de enseñanza, de Europa.

Por lo demás, el pensamiento y obra pedagógica de san José de Calasanz hicieron posible que las escuelas por él fundadas fueran las primeras de España en que se empezó a enseñar la gramática latina en castellano; las que se adelantaron incluso a la Real Academia Española en la reforma de la caligrafía y de las normas ortográficas de la lengua castellana; y las primeras en Europa en que se pusieron en práctica los métodos de enseñanza mutua y simultánea, realzando la figura de los docentes como piedra angular de la educación primaria. Méritos que, a pesar de no haber sido siquiera mínimamente reivindicados por ninguno de los gobiernos hasta ahora habidos en España, desde la Transición, al menos sí que han llevado a que (como ya ocurría desde hacía años en multitud de países del mundo) España también celebre a san José de Calasanz como patrón de los maestros.

*Historiador y periodista