Era un final previsible, porque la realidad es la que es incluso en el fútbol: la Sociedad Deportiva Huesca volverá a Segunda tras una temporada en la División de Honor, donde ha competido con equipos de presupuestos y trayectorias muy superiores. Ha sido una gesta que, pese a su desenlace, no puede dejar mal gusto de boca en una afición y una ciudad que han sabido estar a la altura de las circunstancias. La épica se escribe así: con hazañas heroicas en las que se sabe y se puede pelear con honor pese a estar en inferioridad de condiciones.

Solo una temporada en Primera ha sido suficiente para cubrir los objetivos más básicos pero importantísimos para una capital pequeña aunque dinámica que se ha puesto en el mapa, ha sabido mejorar su oferta hostelera (que ya era excelente) y ha llevado con total elegancia el ascenso de su equipo, primero, y después el desarrollo de una temporada emocionante y dramática. Nada de ello puede caer en saco roto ni cabe suponer que esta experiencia no haya dejado muchas sensaciones y realidades positivas.

La SD Huesca vuelve a su ecosistema natural: la Segunda División. Seguro que allí, durante la próxima temporada vuelve a firmar partidos gloriosos. Y por supuesto queda abierto el camino del retorno a Primera. Ya se recorrió una vez.