La política es una carrera de fondo y yo soy un corredor de fondo, sentenció Pedro Sánchez cuando se lanzó a la carrera para recuperar la Secretaría General del PSOE. Desde entonces no ha parado de correr hasta el maratón parlamentario del puente de Reyes, donde dejó claro que había mejorado el ritmo en la competición y también su resistencia personal, de ahí las prisas para la investidura y las urgencias para formar gobierno truncando las vacaciones del personal del Congreso y los medios de comunicación. Un Gobierno que mañana iba a celebrar el primer Consejo de Ministros, según el calendario de Moncloa. Pues resulta que Sánchez no es tan buen corredor, porque se desfondó antes de llegar a la meta. Literalmente se quedó sin resuello y ni respiró cuando sus socios de ERC le llamaron verdugo (persona encargada de ejecutar las sentencias a muerte) y le amenazaron con dejarle tirado a la más mínima porque la gobernabilidad de España les importa un comino.

Hay que entenderlo, solo los bandazos que ha dado con respecto a Cataluña han tenido que dejarlo baldado: demasiadas concesiones políticas y semánticas hasta cuestionar al Constitucional y despreciar a la Junta Electoral para que Torra no aborte la Mesa de Gobiernos. Se veía mucho desgaste detrás de la falsa sonrisa y la mandíbula apretada. Dijo que España no puede descansar cuando selló un pacto de Gobierno con UP horas después de las elecciones. Pero ha mutado tanto que se ha quedado sin fuerzas para formar Gobierno, que necesita su tiempo, según Carmen Calvo, para modificar las crecientes áreas ministeriales. Habrá que esperar una semana más y este descanso presidencial no augura nada bueno, porque solo le quedarán 15 días para armar la mesa en la que habrá que diseccionar el pacto con los independentistas. Lo dijo ayer el Rey, toca sufrir. *Periodista